¿INCOMPATIBILIDAD ALCOHOLICA? |
Alejandro Toledo está a punto
de salirse con la suya. El fiscal que lo investigaba por lavado de activos ya
no lo hace más. La decisión recae en el doctor Pablo Sánchez, quien está al
frente del Ministerio Público (MP) interinamente. Sánchez llegó a ocupar ese
lugar pues al parecer reunía las condiciones profesionales y morales para
reemplazar a Carlos Ramos Heredia. Pero, tras lo ocurrido en este caso, luego
de una reunión a puerta cerrada con el Presidente Humala, su honorabilidad se
ensombrece y deja todo lo actuado por Marco Cárdenas en manos de la
incertidumbre y, lo que es peor, en un sinfín de especulaciones que llevan a
pensar en una brutal movida política para salvar a Toledo de una acusación
fiscal.
Los hechos que preceden a la
separación de Cárdenas son aún más inquietantes, si tomamos en cuenta lo
delicado de su investigación. El fiscal deja el caso Toledo, según lo ha
resuelto esta semana Pablo Sánchez, por manejar borracho. En efecto, según una
denuncia presentada en “Día D”, Cárdenas fue intervenido por la policía el
viernes 16 de enero, cuando conducía por la avenida Salaverry con un índice de
alcoholemia que marcaba 1,7%. Por estos hechos, a Cárdenas se le abre un
proceso disciplinario doce días después. Es imposible que el fiscal de la Nación
interino no haya estado enterado de estos hechos. ¿Por qué esperó entonces el
doctor Sánchez que el caso sea expuesto en televisión nacional, un mes y medio
después de los hechos, para recién tomar la decisión de quitarle a Cárdenas el
caso del expresidente y socio político del actual gobierno? ¿Por qué si Sánchez
argumenta que Cárdenas “daña la imagen del MP” no optó por expulsarlo, sino
bajarlo a Fiscal Adjunto Provincial Titular Penal de Lima? Y si es que la ley
no le permite a Sánchez la figura del despido, ¿por qué se apresuró en esta
oscura movida en lugar de, precisamente, esperar a que termine la investigación
administrativa disciplinaria contra Cárdenas, más aún cuando quedan veinte días
para sustentar la acusación fiscal?
La incertidumbre bajo la que
queda este caso se llama Cristirossi Morales Fernández, una fiscal bisoña que,
de tres trabajos, solo uno tiene que ver con lavado de activos. Quiere decir
que, para Pablo Sánchez, el caso Toledo no importa mucho; en otras palabras,
parece importar tanto que, con la finalidad de que se diluya y fracase, ha
designado a una jovencita que difícilmente podrá ponerse al día con los 70
tomos del caso. Si algo bueno parecía ofrecer Sánchez en el MP, lo único que se
advierte es su prontísima diligencia para limpiar los obstáculos fiscales que
enfrenta Toledo. Creo que nadie en su sano juicio podría justificar a un
borracho al volante, pero no deja de sorprender la prontitud de Sánchez para,
sin que termine la investigación a Cárdenas, a veinte días para presentar la
acusación, y después de una reunión con Humala, descabezar las pesquisas al
expresidente y dejarle a quien toma el caso muy poco tiempo para acusar a
Toledo, con lo cual todo quedaría en nada.
Y que Toledo salga a
desacreditar a Cárdenas por beber alcohol raya en el delirio. Al fiscal lo
habremos descubierto con una botella de trago, pero durante la presidencia de
Toledo llegamos a contar, según documentos de la época, unas 1,753 botellas de
whisky Johnnie Walker etiqueta negra. Mientras escuchaba a Toledo hablando tan
cínicamente sobre el fiscal, lo recordaba de Presidente celebrando en el
“Brisas del Titicaca” con su amigo Josef Maiman. Whiskys, sonrisas y hielos
repartidos con la mano. Tras lo ocurrido con Cárdenas, cualquiera diría que esa
celebración, con los mismos protagonistas, podría estar produciéndose hoy.
Salud, mientras les dure.
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