POR JUSTICIA VIDA Y LIBERTAD |
Se acerca el 2016 y ya hay
quien ha señalado que entre K. Fujimori y A. García no quedaría sino el voto
viciado. PPK, Urresti o Toledo tampoco significarían cambios reales. El pueblo
quiere una alternativa de cambios profundos, lo dicen las encuestas. Pero para
que esta tenga fuerza se requiere juntar a muchos. La siempre difícil y esquiva
unidad ha convocado la pluma de analistas, intelectuales y políticos. Nelson
Manrique y Toni Zapata primero, Raúl Wiener y Sergio Tejada después, hablan de
juntar a las izquierdas o lo nacional - popular. El asunto empieza a ponerse
interesante. Entremos al debate.
Aclaración previa: mis
lectores asiduos ya lo saben, soy el Coordinador Nacional de Tierra y Libertad,
partido promotor de Frente Amplio. Mi palabra es testimonio de parte y por eso
este artículo termina en un llamado a la acción. Nuestro empeño en promover una
unidad amplia no es de ahora; nuestro esfuerzo por la unidad de izquierdistas,
ecologistas y progresistas ha incluido la nada fácil tarea de cambiar el nombre
de la inscripción legal que obtuvimos como partido para que se llame Frente
Amplio por Justicia, Vida y Libertad, tras un acuerdo que adoptamos con más de
800 personas en el primer Encuentro Nacional del Frente Amplio. Aunque la
historia es complicada, podemos resumirla diciendo que cuando Tierra y Libertad
no aceptó firmar una alianza electoral con Perú Posible para las elecciones
municipales en Lima 2014, eso cayó muy mal a otros partidos de la coalición.
Las relaciones se agriaron y ahora hay que empezar de nuevo, aprendiendo de la
experiencia.
¡Ecologistas, socialistas,
demócratas de a verdad, nacionalistas en serio, izquierdistas de diverso tono,
líderes políticos y dirigentes sociales, ciudadanos de todo el Perú convencidos
de un cambio profundo en democracia: Unámonos¡. Pongamos por delante al pueblo
y a la juventud, no las candidaturas ni las curules.
La reciente experiencia pasada
muestra que un tema crítico en este asunto de la unidad es la pregunta de entre
quienes nos unimos y con quienes no. Tierra
y Libertad ha puesto algunos límites al respecto. Nos mantenemos firmes en no hacer alianzas con Perú Posible y
Alejandro Toledo, ya que no ha aclarado nada respecto del escándalo Ecoteva
y es un firme defensor del modelo neoliberal; incluso hoy uno de sus
congresistas preside la Comisión de Economía y hasta ahora apoya el proyecto de
ley 4008 del MEF que es tan anti-derechos laborales como la ley Pulpín.
Tampoco queremos una alianza con Yehude Simon. Simon fue primer
ministro de Alan García y estuvo en la defensa de todos los decretos del “perro
del hortelano”, no hizo nada ante la protesta de los indígenas amazónicos,
presidió el gabinete que – según la comisión investigadora que presidió Guido
Lombardi del PPC – tiene responsabilidad en la matanza de Bagua, y ni siquiera
tuvo la decencia de renunciar al cargo como sí lo hizo la entonces ministra
Carmen Vildoso. Luego de eso, fue parte de la alianza de PPK, el
multimillonario norteamericano que hace lobbies en el Perú defendiendo
trasnacionales. Es obvio que no podemos
esperar ninguna consecuencia ni firmeza de principios por allí.
Quizás haya también que
repetir lo obvio: Alan, Keiko, PPK y
Ollantine, los 4 partidos principales defensores del statu quo, es a quienes
queremos derrotar. Por si acaso, lo que escribo no es una equivocación, porque
en esos cuatro casos los caudillos son el partido, así que obvio los nombres
oficiales de sus partidos porque no tiene significación alguna. Tampoco nos juntaríamos de ninguna manera
con el Movadef y demás grupos
violentistas, ya que nosotros somos pacifistas declarados. Faltan acá sin
duda una larga lista de membretes electorales, pero no siendo más que eso, no
vale la pena mencionarlos.
PARA QUÉ
Si las definiciones en
negativo son un punto de partida importante, es necesario precisar en positivo.
Si nos unimos, ¿Para qué lo hacemos? ¿Cuál es el proyecto?
Nosotros queremos transformar
el país. Ese es nuestro objetivo. Votos, curules, candidaturas presidenciales,
son solo medios y no fines. Generar empleo digno y bienestar social, levantando
a los de abajo, aprovechando nuestros recursos naturales sin joder nuestros
ecosistemas, y para eso necesitamos otra política económica distinta al
neoliberalismo. Hacer realidad que todos los peruanos y peruanas tengamos
derecho a la educación, a la salud, a la seguridad social, apoyando a las
familias y las comunidades. Acabar con todas las discriminaciones y exclusiones
y ampliar los derechos civiles y políticos. Enfrentar a la corrupción, más que
con encendidos discursos, con firmeza y manos limpias. Lograr una nueva
Constitución, un nuevo pacto social para que el estado no sea CONTRA los
peruanos sino DE los peruanos y sus puertas estén abiertas y al servicio de la
gente.
Si ese es el objetivo, ¿vale
la pena nuevamente apostar por algún candidato que parezca buena locomotora de
votos sin construir democracia desde abajo y sin luchar por nuevos sentidos
comunes en la ciudadanía? ¿Sacrificamos principios por curules? ¿Hacemos
campaña por un nuevo caudillo, por bueno que este parezca? No. Transformar el
país requiere firmeza y compromiso. Mirada de largo plazo. Consecuencia. No
valen los atajos: solo veamos adonde nos ha llevado Ollanta y tengamos claro
que el problema no ha sido solo su traición sino como se aceptó la dictadura de
Ollantine desde mucho antes de la elección.
Lo primero que debemos
hacer es otra política. Eso demanda una
acción inmediata, concreta, real: ser nosotros los que practicamos esa nueva
política. No se trata principalmente de
proponer sino de hacer, porque el descreimiento y la desconfianza son demasiado
grandes.
DE QUE MANERA
Siendo así, no podemos seguir
pensando en que la forma de lograr la unidad es mediante negociaciones y
acuerdos a espaldas de la gente. Ya no. El pueblo está harto de repartijas. Una
nueva propuesta tiene que ser abierta, transparente y participativa.
Nuestra propuesta es sencilla:
Democracia. Elecciones universales, secretas y directas. Para las definiciones
políticas centrales y los dirigentes, los afiliados votan. Para nombrar a los
candidatos, los ciudadanos y ciudadanas de todo el país van a las plazas y
manifiestan su opinión introduciendo una cédula en un ánfora. Esto debería ser
parte central de la reforma electoral, junto con acabar las financiaciones millonarias no declaradas,
pero es improbable que suceda: ¡qué van a querer las cúpulas de la vieja
partidocracia soltar la manija! Sin embargo, quienes estamos empeñados en hacer
una nueva política, distinta, no podemos sumarnos a esa pendejada. Tenemos que
predicar con el ejemplo y construir la nueva política desde nuestra propia
acción.
La democracia no es solo
votación. Requiere también deliberación y debate, y pasar a elecciones solo
procede luego de haberse puesto de acuerdo en las orientaciones centrales tras
una reflexión colectiva. Para eso debemos promover encuentros y congresos donde
reconozcamos nuestras ideas comunes y tomemos las decisiones necesarias, pero
siempre decidiendo con la gente.
UN CAMINO
Resumo así una propuesta para
lograr esa ansiada pero esquiva unidad: Partamos de reconocer su necesidad.
Establezcamos los límites. Acordemos un programa común, para lo que tenemos
bases avanzadas. Resolvamos todo lo demás con democracia interna.
¿Qué programa necesitamos?
Además de tener objetivos claros, un nuevo gobierno popular tiene que iniciar
el cambio con decisiones firmes desde un comienzo. Una lista de posibles
medidas del primer año: lanzar una reforma tributaria que recaude 4 puntos más
del PBI obtenidos de las grandes fortunas para destinarlos a educación y salud,
establecer un sistema único de salud gratuito, rebajar la tasa de interés de
referencia del BCR y disponer de 10,000 millones de los fondos guardados del
tesoro público para créditos a pequeñas empresas y el agro, elevar el salario
mínimo y eliminar los regímenes especiales que recortan derechos laborales, instalar
un programa serio de ciencia y tecnología y de recuperación de las
universidades nacionales, poner fin a los lobbies y establecer una procuradoría
autónoma para perseguir sin tregua a los corruptos, hacer un shock de inversión
pública descentralizada en agua y transporte, organizar rondas ciudadanas y
limpiar la policía nacional para dar seguridad, no permitir que soldados
extranjeros entren al Perú sin someterse a la justicia nacional, reconocer a
los pueblos indígenas sus territorios y el derecho a la consulta, tener un
ministerio del ambiente poderoso. Nada,
esta es solo una propuesta provocadora, para que vayan saliendo otras y
comience la discusión.
Nelson, Toni, Raúl, Sergio,
compañeras del Frente Amplio, amigos del MAS y las demás organizaciones de
izquierda, nacionalistas y patriotas que más temprano o más tarde se han dado
cuenta de la dictadura de Nadine y su amarre con la CONFIEP, seguidores auténticos de Haya de
la Torre, movimientos que desde las regiones luchan contra el centralismo neoliberal,
hermanos de las etnias amazónicas, juventud consciente que jamás será
sirviente, ecologistas populares, líderes y luchadores sociales, trabajadores
que con firmeza defienden sus derechos: tenemos suficientes ideas comunes para
transformar el país, seamos consecuentes con nuestra voluntad de cambio,
unámonos sobre la base de compromiso y democracia interna.
Pedro Francke
ARTICULO PUBLICADO EN
EL SEMANARIO “HILDEBRANDT EN SUS TRECE”
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