domingo, 8 de marzo de 2015

EL HOMBRE INQUIETO, POR FERNANDO ROSPIGLIOSI


¿EL MILITAR DE ESCRITORIO?

La coartada de Daniel Urresti en el proceso que se le sigue por el asesinato del periodista de la revista “Caretas” Hugo Bustíos es tan creíble como cuando decía, siendo ministro, que no estaba en campaña y que no iba a postular a ningún cargo político.
Su excusa ante fiscales y jueces es que, siendo el oficial de inteligencia y miembro del Estado Mayor del batallón instalado en Castropampa, él era un militar de escritorio, que no se movía de su oficina y que, además, solo tramitaba papeles intrascendentes y no se enteraba de lo que ocurría a su alrededor.
Tampoco es plausible la versión de Urresti –secundada por el presidente Ollanta Humala y la presidenta del partido, Nadine Heredia– de que es víctima de una persecución por razones políticas. Uno de los sentenciados, Amador Vidal Sambento, lo señaló en declaraciones al periodista Abilio Arroyo como uno de los culpables del asesinato de Bustíos en el 2007, cuando Urresti era un desconocido coronel del Ejército en actividad. En el 2009, cuando era un general anónimo que no soñaba con tener protagonismo político, fue involucrado en la investigación judicial que se abrió por disposición de la Corte Suprema.
No es verdad tampoco que recién se acuerden de él después de más de dos décadas. Como bien dice “Caretas” en su última edición, “lo que duró casi veinte años fue el manto de impunidad que le sucedió al asesinato”. Durante todo ese tiempo, dice el semanario, el Ejército encubrió a los culpables, con la complicidad de algunos fiscales y jueces.
 Su coartada de que era un oficial de escritorio no solo no se condice con lo que se ha visto en su actuación pública como ministro y como comisionado para la minería informal, sino con las versiones de sus compañeros en Castropampa y los recuerdos de los pobladores de la zona.
El ‘Capitán Arturo’ es evocado aún hoy con pavor en Huanta. Peor todavía cuando se enteraron de que era ministro del Interior y que tenía mucho poder. Allí se reportaron desaparecidas 67 personas, la mayoría presumiblemente secuestradas y asesinadas por las fuerzas del orden. (“El fantasma del ‘Capitán Arturo’ sigue en Huanta”, “La República” 16/2/15).
Según testimonios recogidos allí, el 10 de diciembre de 1988 una patrulla militar secuestró a Jesús Pretel (34) y a Rosa María Minaya (14). Nunca aparecieron. Una vecina del lugar dijo recientemente a “La República” que la patrulla estaba comandada por ‘Arturo’ y ‘Centurión’, el suboficial Jhonny Acuña Zapata. Los reunieron en la iglesia y ‘Arturo’ les dijo: “Así a los terrucos vamos a terminar”.
El 14 de diciembre, detuvieron a Víctor Arago (65), que nunca apareció, según el referido informe periodístico. Su nuera denunció que los responsables fueron militares de Castropampa comandados por ‘Arturo’.
Otra mujer de la zona entrevistada por “La República” dice: “Ese ‘Capitán Arturo’ era abusivo […] no respetaba mujeres ni niños”. Ella identifica su rostro, es Urresti, y dice que lo vio junto a ‘Centurión’ en el cuartel.
Más contundente aun, el juez que le abrió instrucción en Ayacucho, Bladimiro Chuquimbalque, comprobó que Urresti mentía cuando afirmaba que él no participaba en operaciones y patrullajes, sino que estaba apoltronado en su oficina. “El punto clave fue el siguiente: en la foja se servicios de Urresti en el Ejército se indica que participó en los patrullajes”, dice Chuquimbalque.
“Yo lo confronté para que explicara la contradicción”, continúa Chuquimbalque y Urresti se justificó diciendo que sus superiores habían falseado y adulterado la realidad para favorecerlo y facilitar su ascenso. (“La República”, “En la foja de servicios de Daniel Urresti se indica que sí participó en los patrullajes”, 4/3/15).
Así, no solo varios militares que estuvieron con él en Castropampa señalan a Urresti como uno de los participantes en el asesinato de Bustíos, sino varios testimonios e indicios hacen inverosímil su coartada de que, siendo el oficial de inteligencia del batallón, no supiera nada.
Y, no menos importante, siendo Urresti la antípoda del protagonista de “El hombre quieto”, de la famosa película de John Ford, su justificación de que él en Castropampa era un hombre de escritorio, sedentario, inactivo, prácticamente inerte, es inverosímil. ¿O alguien le cree al hiperactivo individuo que trasformó el yeso en coca?

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