¿VENEZUELA AMENAZA AL IMPERIO? |
(Editorial de la Revista “El
viejo Topo” - Revista de España - Abril 2015)
El 9 de marzo Barack Obama
firmó la Orden Ejecutiva Declaración de una Emergencia Nacional con respecto a
Venezuela. En ella se afirma que este país “constituye una amenaza inusual y
extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados
Unidos, y por la presente declaro una emergencia nacional para enfrentar esta
amenaza”. Obama se concede así poderes especiales para autorizar intervenciones
y operaciones militares, además de imponer otras sanciones. Decretos de
Emergencia similares fueron el preludio de las acciones contra Nicaragua,
Panamá, Afganistán, Irak, Libia, Irán, Siria...
¿Alguien puede pensar en serio que Venezuela suponga una amenaza
inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de los Estados Unidos? ¿No será más bien al revés?
La historia muestra que las intervenciones imperiales siempre van
precedidas por campañas mediáticas plagadas de mentiras para encubrir sus
motivos reales.
El tamaño de las reservas
petroleras y gasíferas certificadas en Venezuela es conocido. No lo es tanto el
reciente inicio, por parte de Exxon Mobil y de Anadarko Petroleum Corp., de
actividades en una zona reconocida por el Servicio Geológico de los EE.UU. como
la segunda mayor área del mundo con petróleo sin explorar. El yacimiento se
encuentra en un área marítima del Esequibo, cuya soberanía está en disputa
entre Guyana y Venezuela. Casualmente, de la junta directiva de Anadarko forman
parte Anthony R. Chase, amigo y financiador de las campañas de Obama, y dos ex
altos funcionarios del Pentágono: el general Kevin Chilton, ex comandante del
Comando Estratégico, y Pete Geren, director de las Secretarías de la Fuerza
Aérea y del Ejército del Departamento de Defensa entre 2005 y 2009.
En América Latina, los pueblos
saben bien que el imperialismo norteamericano no es cosa del pasado. En este
siglo, Venezuela, Honduras, Paraguay, Ecuador, Bolivia han sufrido la
combinación de las estrategias llamadas de “intervención
encubierta” y de “poder inteligente”
(smart power), mezcla de principios y pragmatismo, en palabras de Hillary
Clinton.
En Europa, en cambio, la
propaganda de las grandes empresas privadas de comunicación conectadas con
poderosos intereses políticos y económicos, ha conseguido sembrar la confusión
entre las mayorías, e incluso entre sectores de fuerzas políticas y sociales
que se reclaman de valores de izquierda:
si los engaños construidos para justificar la invasión de Irak no pasaron,
no ha ocurrido lo mismo en las intervenciones en Libia, Siria y más
recientemente en Ucrania, que no han tenido la respuesta que merecían.
No se trata aquí de terciar en
el debate acerca de la conceptualización mejor de las características del
imperialismo contemporáneo y de sus novedades con respecto al de siglos
pasados. Pero sí de afirmar que no tenemos dudas sobre la vigencia y
pertinencia del concepto. El despliegue de la política exterior y de seguridad
norteamericana en Ucrania, Oriente Medio y América Latina, y su conexión con la
lógica capitalista de la acumulación por desposesión son a nuestro modo de ver
muestras más que evidentes de ello.
Con el decreto firmado por
Obama están dadas las condiciones y los requisitos para un salto cualitativo en
el intervencionismo estadounidense frente a la República Bolivariana de
Venezuela. Lo sabe el pueblo venezolano y los pueblos y gobiernos de América
Latina y el Caribe, alertados por lo que también pretende servir de advertencia
ejemplar para todos. Gracias a la UNASUR, la CELAC, el ALBA-TCP, Venezuela no
está sola. Ellos sí saben que el imperialismo existe. Aquí, modestamente,
deseamos contribuir a correr la voz para que se sepa en todas partes. Y para
obrar en consecuencia.
Víctor Ríos.
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