Vicepresidente de Bolivia Álvaro
García Linera
El vicepresidente del Estado
Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, expuso en el Foro de la izquierda
de Buenos Aires sobre el proceso de los gobiernos Latinoamericano y los comparó
con la situación de Europa. Para García la “democracia plebeya” es la
renovación del sistema y garantiza el nuevo tipo de gobernabilidad.
Caras y Caretas Portal te trae el
discurso completo.
PUBLICADO EN CARAS Y CARETAS
En la primera jornada del Foro
Internacional por la Emancipación y la Igualdad, que reúne en Buenos Aires a
buena parte de la intelectualidad de izquierda latinoamericana y europea el
vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera,
desarrolló una oratoria cargada de simbolismo y con una visión sobre las
peculiaridades del proceso Latinoamericano y su comparación con Europa. Habló
de la democracia, la movilización, la importancia de la economía para los
proyectos progresistas.
Aquí Caras y Caretas Portal les entrega aquí la exposición del
mandatario boliviano.
En el comienzo de su alocución
planteó la posibilidad del diálogo entre Europa y América Latina. “¿Qué está
pasando en América Latina, que de manera sincera podemos hablar, comunicar,
informar a Europa? ¿Y qué está pasando en Europa que podemos recoger en América
Latina? No se trata de imitar moldes, ningún pueblo es parecido al otro,
ninguna experiencia histórica es parecida a otra, no hay una ruta, no hay una
fórmula que todos debamos imitar. Lo que hay son experiencias compartidas”,
dijo.
El mandatario boliviano
destacó que lo nuevo de América Latina y del florecimiento de la democracia
radica: “No en la negación de los procesos de democracia representativa —el
pueblo vota, la gente va a votar y forma parte de su hábito. Quizás lo nuevo
que está enseñando América Latina es que la democracia no se puede reducir
únicamente al voto. Que el voto, la representación, es un elemento fundamental
de la constitución democrática de los Estados. Se garantizan derechos, se
garantiza pluralidad. Pero, paralela y complementariamente, hay otras formas de
enriquecimiento de lo democrático. Esas formas de enriquecimiento de lo
democrático es la plaza, es la calle, es la democracia callejera, es la
democracia plebeya.
Es la democracia que ejercemos
en las marchas, en las avenidas, en los sindicatos, en las asambleas, y en las
comunidades. No se puede entender el proceso boliviano sin ese correlato, sin
esta dualidad institucional. Formación de una mayoría electoral. Victoria por
54%, 64%, 62%. Mayoría electoral que legitima una propuesta, una voluntad
política. Pero esa democracia, o esa voluntad política, no podría sostenerse,
no se hubiera sostenido frente a los embates de la derecha, de las fuerzas
conservadoras, de los poderes externos, de los organismos internacionales. No
se hubiera podido sostener si no hubiera venido aquí acompañada, enriquecida,
empujada y defendida con la democracia en las calles.
La democracia de la calle, de
la plaza, del sindicato, de la gente reunida para deliberar sus asuntos, para
protestar, para marchar, para posesionar, para defender, para apoyar, es la
única manera en que las democracias contemporáneas pueden salir de lo que hemos
denominado esta ‘vivencia fósil’ de la experiencia democrática. Hoy en muchos
países del mundo tienen sistemas electorales, claro que sí. Tienen sistemas
democráticos, claro que sí. Pero son democracias fósiles. Sus ciudadanos
apáticos, recluidos en sus casas con la mantequilla y el pan suficiente para el
día, ¿en qué intervienen? ¿Qué deciden? ¿Deciden el destino de su barrio?
¿Deciden el destino de su departamento? ¿Deciden el destino de su país?
¿Deciden los despidos? ¿Deciden las inversiones? ¿Deciden el crecimiento de la
economía? ¿Deciden la asignación presupuestaria para la salud y la educación?
No lo hacen. Lo hace una minoría, una élite, una casta.
La única manera en que la
democracia en el mundo puede rejuvenecer, revitalizarse, abandonar su estado de
institución fósil, repetitiva, aburrida y monopolizada por élites o por castas,
es la vigencia y el complemento de la democracia de las calles, de la
democracia de las organizaciones, de la fuerza de los movimientos sociales”.
Para reafirmar este concepto
se preguntó: “¿Quién va a defender la revolución en Venezuela? La gente, el
humilde, el trabajador, la vendedora, el comerciante. En la calle, en el
barrio, en la comunidad. ¿Quién defendió al presidente Evo cuando nos cercaban,
cuando había golpe de Estado, cuando había grupos de mercenarios dispuestos a
matarnos en cada lugar donde aterrizáramos? La gente. Esta democracia plebeya.
Esta democracia de la calle que garantiza un nuevo tipo de gobernabilidad. La
posibilidad de un rejuvenecimiento de esta Europa que se presenta vieja, y que
a través de Podemos y de Syriza marca la posibilidad de un relanzamiento y de
un rejuvenecimiento, no solamente puede ni debe radicar en las victorias
electorales, que son decisivas, también radicar en un diálogo permanente y en
un fortalecimiento permanente con la otra democracia de las marchas, de las
movilizaciones, de los sindicatos. De los hombres y mujeres afectados por las
políticas de austeridad y que se sienten convocados a construir un destino
común saliendo a la calle, reuniéndose con los vecinos, reuniéndose con los
compañeros”.
GARCÍA LINERA FOSTER
Haciendo foco en el proceso
latinoamericano dijo que hay gobernabilidad si simultáneamente se combina
fuerza electoral con fuerza en la calle. Pasó luego al tema de la aparente
contradicción entre Estado y autonomía. García Linera estableció al respecto que.
“El Estado es una forma de comunidad. Pero Marx nos decía, ‘es una comunidad
ilusoria’. Y nunca el revolucionario debe perder de vista eso. Es comunidad,
tiene ámbitos de lo común, pero también es ilusoria, porque el Estado también
es monopolio. El Estado es también, por definición, concentración de
decisiones. Pero es también comunidad, es derechos, son símbolos, son
reglamentos, son conquistas, son memorias, son instituciones construidas con el
trabajo común de las anteriores generaciones y de esta generación. El Estado es
una forma de un yo colectivo. Pero a la vez, si fetichizamos el Estado como el
único escenario del yo colectivo, corremos el riesgo de separarnos o de olvidar
que es un yo colectivo deforme a la vez. Porque si bien es un yo colectivo que
unifica a todos, es un yo colectivo que está concentrado en sus decisiones
principales por grupos. Es el uno y lo otro”.
En este punto el líder
boliviano remarcó la necesidad de no ser fagocitado por el Estado: “Hay que
luchar por el poder del Estado, pero sin ser absorbidos por el poder del
Estado. Y al mismo tiempo que peleamos por conquistar el poder del Estado, que
es simplemente una nueva correlación de fuerzas de lo popular, lo campesino, lo
indígena, lo obrero, la clase media, con capacidad de empoderarse y tener más
influencia, nunca olvidar que simultáneamente se debe reforzar lo local, lo
autónomo, lo diferente al Estado.
Entonces uno construye sociedad y eso me permite redireccionar el
Estado.
Peleamos por el Estado como
ampliación de derechos, pero simultáneamente reforzamos lo social y lo autónomo
para impedir que eso común se autonomice, se enajene, y se vuelva contra la
propia sociedad”.
A lo que calificó como un
falso debate entre ‘Autonomía o Estado’, dijo que cuanto más lucho por el Estado,
más debo pelear por la autonomía de la sociedad: “Y cuanto más lucho por la
autonomía de la sociedad, más debo pelear por la transformación del propio
poder del Estado. Lo uno por lo otro, lo uno para lo otro.
Las políticas de austeridad,
de despido y maltrato, que las vivimos aquí en Argentina, en Bolivia, y que
ahora están comenzando a vivir en Europa no son suficientes para generar una
masa crítica capaz de movilizarse frente a los poderosos. La pobreza por sí
sola no genera emancipación. La pobreza por sí sola también puede generar
desesperación, aislamiento. Puede generar frustración. Por lo general eso
sucede. La pobreza y el malestar no siempre son sinónimos de caldo de cultivo
de los procesos revolucionarios. Los procesos revolucionarios pueden surgir si
sobre el malestar, sobre la pobreza, sobre el decremento de tus condiciones de
vida, la gente cree que es posible luchar y que su lucha dé un resultado. Uno
no lucha solamente porque es pobre: uno lucha porque es pobre y porque cree que
luchando puede dejar de ser pobre. Es decir, la esperanza. Porque no hay
revolución que no se haya movilizado a partir de una esperanza, de una
posibilidad. La esperanza del cambio, la esperanza de que se acabe todo ello,
la esperanza de una nueva generación, la esperanza de que se puede
nacionalizar, la esperanza de que puede haber asamblea constituyente, la
esperanza de que estos tipos que estuvieron aquí enriqueciéndose a costa de
nosotros se van a ir. Una esperanza. La clave de un proceso revolucionario también
radica en convertir la indignación, el malestar, la pobreza, la precariedad en
una fuerza colectiva movida en torno a una esperanza, a un nuevo sentido
común”.
GENTE FORO DE IZQUIERDA
Remarcando el proceso de su
nación dijo: “En Bolivia, tres fueron las esperanzas movilizadoras, que
surgieron de la calle: nacionalizar los hidrocarburos, asamblea constituyente,
gobierno indígena. Tres posibilidades inicialmente marginales, inicialmente
secundarias, apabulladas por un sentido común de globalización, de privatización,
de acuerdos partidarios que dominaban el escenario de las universidades, de los
sindicatos, de los medios de comunicación, de la prensa. Pero esto que emergió
de los intersticios de la lucha y del poder estatal, poco a poco fue agarrando
cuerpo. Poco a poco fue irradiando. Poco a poco fue logrando una fuerza
colectiva con capacidad de movilización”.
Refiriéndose a todo el
continente prosiguió: “En América Latina ya vamos casi quince años de este
proceso extraordinario y nunca antes superado en su irradiación territorial de
gobiernos progresistas y revolucionarios. Y es importante que nosotros, y lo
que hagan otros países, nunca pierdan la capacidad de mirarse a sí mismos, de
ser autocríticos, y de evaluar cosas nuevas que no habíamos visto al principio.
Mencionaría cuatro a cinco
temas muy importantes que emergen de la experiencia en Argentina, que emergen
de la experiencia en Bolivia, en Ecuador, en Brasil, en Venezuela. El primero:
¿Hay que potenciar el Estado o hay que potenciar la sociedad? Si concentramos
todo en la voluntad de crear fuerza electoral, capacidad organizativa y
fortaleza institucional, uno va a concentrar toda su fuerza en potenciar el
Estado. Puede dar eficacia al principio, pero pierde el aspecto vital de la
democratización de lo público. Porque puede haber un Estado bueno, un buen
Estado de bienestar, pero si no hay acción colectiva, no hay movilización
social con capacidad de intervención en lo público. El Estado de bienestar
aparece como una buena gestión de una élite bien pensante y bienintencionada,
pero ya no como una creación de la propia sociedad. Hay que reforzar un buen
Estado, hay que crear una nueva institucionalidad que corresponda a la nueva
época, sí”.
Y advirtió que nunca en
función de gobierno, se debe dejar de crear fuerza social, movilización social.
Enfatizando: “Porque solamente ahí radica que podamos pasar de la experiencia
de esos capitalismos de Estado que caracterizaron la experiencias de Europa del
Este. Capitalismo de estado no es igual a socialismo. Nacionalizar no es igual
a socialismo. Ayuda a crear bienes comunes, ayuda a crear derechos comunes,
pero mientras está monopolizado no es una nueva sociedad. La única garantía de
una nueva sociedad es que la propia sociedad vaya asumiendo el control de esos
mecanismos, control de las decisiones. Entonces hay que crear Estado y hay que
crear sociedad; hay que crear sociedad, más fuerza, más autonomía, y a la vez
potentes instituciones del Estado”.
Como segundo García Linera planteo
que es una obligación de los gobiernos
progresistas y revolucionarios tener la capacidad de crear un régimen económico
sostenible, redistributivo, generador de riqueza, generador de igualdad. “No es
un tema menor”, dijo. Al plantear como un inconveniente que la sociedad no se
mueve perpetuamente. “En la movilización y la eficacia, en la movilización y la
gestión, en la movilización y la generación de riqueza, en la movilización y en
la distribución de la riqueza, tenemos que tener que mostrar que los regímenes
progresistas y revolucionarios no solamente somos más democráticos, sino
también económicamente más creativos y más igualitarios, redistributivos de la
riqueza. ¿Y saben por qué? Porque no queremos, compañero Ignacio Ramonet, no
queremos que este despertar de las izquierdas latinoamericanas sea un corto
verano. No queremos ser parte de una novela de un corto verano. Queremos que
dure mucho. Queremos que dure décadas. Queremos que dure para siempre. Y eso es
la economía. En gobierno, el puesto de mando se coloca en la economía.
Democracia y economía. Cuando uno está en la oposición, es lucha democrática y
construcción de sentido común. Cuando uno está en el gobierno, es ampliación de
espacios democráticos y construcción de una buena economía con capacidad de
distribuir la riqueza y de generar más igualdad entre las personas”.
“Éste es un tema decisivo”,
dijo. Al remarcar que: “Que el futuro de las revoluciones en América Latina se
va a decidir en el ámbito económico. Ahí se define. Y es entonces que hay que
crear una estructura económica lo suficientemente diversa, amplia, democrática
y redistributiva. El socialismo y el comunitarismo no es la distribución de la
pobreza. El socialismo y el comunitarismo es la distribución de la riqueza, de
la ampliación de la riqueza distribuida entre las personas”.
Sobre Venezuela García Linera
dijo: “América Latina está jugando su destino en Venezuela. América Latina,
Argentina, ustedes, nosotros los bolivianos, los ecuatorianos, los brasileños,
estamos jugando nuestro destino. Los cubanos están jugando su destino en
Venezuela. Si Venezuela cae bajo las garras de una intromisión, una invasión,
de una injerencia, directa o indirecta, América Latina ha perdido. Porque
Venezuela es la llave de América Latina. Fue el inicio y no debe ser el punto
del fin, el punto de inicio del fin. Nos estamos jugando nuestro destino como
revolucionarios en Venezuela. Aquí tengo que lamentar, criticar, las infames
declaraciones, no solamente del gobierno norteamericano, sino también del
propio parlamento europeo, que el día de hoy acaba de aprobar una resolución en
contra de Venezuela”.
Y dirigiéndose a los
norteamericanos enfatizó: “¡Nosotros no somos peligro para nadie! Ustedes son y
han sido un peligro para los pueblos
latinoamericanos, un peligro para los Estados latinoamericanos, un peligro para
la vida en Latinoamérica. Y a la derecha europea, que acaba de sacar un
comunicado, de aprobar una resolución: ¿no son acaso ustedes los que han
destruido estados en Asia y en África? ¿No son ustedes los que están asaltando
y robando el petróleo de los países de Medio Oriente? ¿Qué autoridad moral
tienen par a reclamar a un país sobre su vida democrática interna? Primero
recojan sus tropas, recojan sus empresas de los países del Medio Oriente y de
África para tener autoridad moral de reclamar algo a Venezuela. Si ustedes ven,
lo que pasa en cada país repercute en el mundo. Es así. Ninguna revolución y
ningún proceso puede sobrevivir por sí solo. Ninguna revolución, ningún proceso
progresista va a poder continuar si solamente se mira a sí mismo el ombligo.
Todos necesitamos de todos. Argentina necesita de Brasil. Brasil necesita de
Ecuador. Ecuador de Bolivia. Bolivia de Cuba. Cuba de Venezuela. Toda América
Latina necesita de nosotros. Y nosotros los necesitamos a ustedes, europeos,
los necesitamos. Sin ustedes, esto no va avanzar. Y sin nosotros, ustedes
tampoco van a poder hacer lo que tienen que hacer. Estamos interconectados, nos
necesitamos mutuamente”.
Al señalar que la humanidad
está en peligro. Dijo: “Hemos visto con los bombardeos de tropas europeas y de
tropas norteamericanas destruirse Estados. Y ahora quieren combatir a ISIS.
Pero acaso ISIS: ¿No es una criatura de Estados Unidos y de los gobiernos
europeos? ¿Acaso ellos no destruyeron Siria, Irak? ¿No destruyeron Libia? ¿No
la invadieron, no acabaron con los Estados nacionales para que surja ese tipo?
¿Y ahora se hacen los que ‘yo no fui’, y convocan al mundo a combatir el
fundamentalismo de ISIS? Ellos son sus padres, ellos son las madres de ese tipo
de fundamentalismos que ha surgido en Europa”.
Yendo al punto dijo luego:
“Nuestra interdependencia no solamente debe estar basada en la solidaridad
política, en la complementariedad y el diálogo de saberes y de experiencias
políticas y culturales como lo estamos haciendo acá. Hay que darle una base
material. La integración latinoamericana necesita obligatoriamente de una base
material de la unidad. Acciones conjuntas en economía, acciones conjuntas en
finanzas, acciones conjuntas en derechos. Esta es nuestra gran tarea, mis
compañeros de Argentina y especialmente de Brasil, que son los países
económicamente más fuertes y sólidos de América Latina. Nuestra estabilidad, como procesos emancipativos,
nuestra Patria Grande que está presente en los discursos, en los encuentros, en
las emociones compartidas, no va a tener perdurabilidad si no pasamos del
encuentro político, del encuentro cultural, al encuentro económico. Empresas
conjuntas, producción conjunta, servicios financieros conjuntos. Perdonen estas
reflexiones que combinan el fuego de la intelectualidad con la frialdad de la
gestión”.
Sobre la crisis en Europa
señaló. “Lo que les ha pasado a ustedes ya lo hemos visto, ¡nos ha pasado a
nosotros! Imposición del Fondo Monetario, del Banco Mundial, políticas de
austeridad, de privatización, de despidos. Pasó aquí en Argentina, pasó en
Bolivia, pasó en Ecuador, pasó en Perú. Lo que está pasando ahora en Europa es
lo que pasó en América Latina veinte años atrás. Y el resultado fue una noche
terrible, una noche terrible de desgracia. ¿Qué les decimos? No pasen esa noche.
No. Es terrible. Es depredadora. Es mortal. Todas las políticas de austeridad
conducen a pérdida de derechos, a pérdida de soberanía, a pérdida de
sindicalización, a retroceso económico, a subordinación política, a
subordinación económica. Aquí en Argentina, en Bolivia, en los años 80, en
tiempos neoliberales, el 40% de la riqueza pertenecía a un país extranjero, el
otro 30% a empresas extranjeras. La extrema pobreza se incrementó, la
precariedad se infló, los jóvenes no tenían esperanza ni tenían destino. Lo
vivimos. Hermanos europeos: no pasen por eso. Si en algo sirve la experiencia
latinoamericana es que las políticas de austeridad destruyen las naciones,
destruyen la sociedad, anulan la democracia y hacen perder la soberanía
económica. Den un salto. Rompan con eso. Hay otra posibilidad de riqueza. Hay
otra posibilidad de distribuir y de generar riqueza sin aceptar la imposición
terrible, autoritaria, despótica, de esos organismos, de esas Troikas, que se
creen los dueños del mundo. ¡No! Europa es de los europeos. No es de los
mercados europeos ni del Bundes Bank. Europa es para los europeos, como América
Latina para los latinoamericanos”.
Al cierre de la exposición el
vicepresidente boliviano dijo: “El mundo está cambiando, a la cabeza de América
Latina. El mundo está cambiando a la cabeza de las fuerzas progresistas
europeas. El mundo va a cambiar. Porque nos estamos jugando el destino. El
destino de esta generación, el destino de la vida y de los derechos. Estoy
seguro de que, más pronto que tarde, aquellas sociedades abatidas por una
decepción y una apatía incontrolable, sabrán encontrar el destino para levantar
cabeza, para construir su propia emancipación y acompañar lo que América Latina
viene haciendo!
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