¿EL GOBIERNO CÓMPLICE DEL NEOLIBERALISMO? |
CLAUDIA CISNEROS MÉNDEZ
“La
economía es el método, el objetivo es cambiar el alma”. Recordando esta infame
frase de Margaret Thatcher, los sociólogos franceses Christian Laval y Pierre
Dardot muestran hasta qué punto fue premonitoria de lo que hoy es una realidad:
“el neoliberalismo es mucho más que un tipo de capitalismo. Es una forma de
sociedad e, incluso, una forma de existencia. Lo que pone en juego es nuestra
manera de vivir, las relaciones con los otros y la manera en que nos
representamos a nosotros mismos. No solo tenemos que vérnoslas con una doctrina
ideológica y con una política económica, sino también con un verdadero proyecto
de sociedad (en construcción) y una cierta fabricación del ser humano”.
En su libro-ensayo La nueva razón del
mundo sustentan cómo la llamada “lógica del mercado” ha desbordado el ámbito
meramente económico y ha llegado a penetrar al ámbito privado (y moral, añado)
del individuo. Tan perversa como eso es también la constatación de esa
expansión a las estructuras de poder del Estado. Así, el Estado convertido en
palanca política del neoliberalismo lo ha transformado de doctrina económica a
cuerpo de normas y prácticas con respaldo político, institucional y jurídico.
Por la entrevista a sus autores ( http://goo.gl/VmyZGu ) y la sumilla editorial (
http://goo.gl/DjIikg ) queda claro que sus
ideas son fácilmente constatables en la realidad actual, incluyendo la del Perú
de Humala, la de García y hasta la de Toledo.
La perversa lógica del mercado, del
capitalismo desenfrenado, del individualismo desembozado, del mercantilismo
como valor han calado socialmente como axioma que ni se cuestiona ni se
problematiza. El Estado, por su parte, es el mejor representante de las
corporaciones, de los dueños del capital que es inoculado en el poder político
para, a través de él, seguir expandiendo su capital privado y su poder en
desmedro, casi siempre, del bien común y afectando los derechos de otros.
Ejemplos de cómo el Estado se deja
poseer por el corporativismo son los lobbies desenmascarados del ex premier
Cornejo y del ministro Mayorga; la ley de AFPS, la obstrucción a la Ley de
Alimentación Saludable y un largo etc. El cáncer está instalado, y un gobierno
débil ante el corporativismo como el de Humala-Heredia (o avispado como el de
García) solo podrá actuar acorde a los intereses de quienes mueven los
capitales y desatan sus temores ayudados de periodistas lobistas
corporativistas y otros buitres del sistema político.
Eso fue lo que sucedió con el nefasto
paquetazo ambiental (Ley 30230) cuyas consecuencias ambientales y sociales,
mucho ojo, aún están por desatarse: “El gobierno culpa del declive (de pocos
meses) del crecimiento económico a las reglas ambientales y trámites. Esta
versión fue promovida por un grupo vinculado a las industrias extractivas que
publicaron muchos artículos en periódicos y que le ganaron el oído al
presidente”. Fue el poderoso lobby extractivista el que se sobrepuso al interés
nacional, como bien lo explica a National Geographic ( http://goo.gl/ef8zvJ ) el reconocido
ambientalista Ernesto Ráez, quien renunció al MINAM ( http://goo.gl/WEW8of ) tras el paquetazo.
¿De qué magistral manera la industria
extractiva usó de palanca legal al Ejecutivo? Quitándole a la entidad
fiscalizadora, OEFA la administración de la plata que recaudaba por
fiscalización para no seguir fiscalizando (Art. 12). Quitándole por 3 años su
función sancionadora, ordenando medidas correctivas sin multa y de no corregir
rebajándoselas 65%. En la lógica empresarial saldrá más barato incumplir la
ley.
Quizás el más descarado es el Art. 20
que hace explícito el uso del lobby en las altas esferas. Permite modificar la
Ley de Áreas Naturales Protegidas “(…) Por Decreto Supremo con el voto
aprobatorio del Consejo de Ministros…”. Tal cual ese artículo es el as bajo la
manga del empresariado en colusión con el poder político. La creación de Zonas
Reservadas ya no por criterios técnicos y procesos participativos sino por
criterio “político” (léase lobby) en el Consejo de Ministros.
Así estamos, esto no ha terminado,
recién está empezando y como bien apuntan Laval y Dardot es necesario conocer
bien a qué nos estamos enfrentando para organizar la lucha por el bien común
antes que solo el privado, por país antes que solo empresariado. El gobierno y
los políticos no están de nuestro lado.
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