¿NACIONALISTA? |
Por Martín Guerra
28 de julio de 2015
Fue triste y patético. Se
había prohibido el ingreso de la gente en las inmediaciones y tampoco había
muchos que quisieran acercarse. El presidente inició el día cuidándose de un
pueblo que no quería verlo. Ya en el Congreso, Humala fue recibido por un cuestionado
lobista y político oportunista de
derecha, Luis Iberico. Primera vez en la historia que el partido de
gobierno no presentó un candidato propio a la presidencia del Congreso. Humala
había perdido toda correlación de fuerzas.
Fue difícil enfrentar el
análisis del discurso presidencial, del último discurso presidencial de Ollanta
Humala, que pudo aprovechar para una autocrítica incluso ligera o para intentar
una caracterización de lo que intentó. Mucho pedir, desde el arranque notamos
que en tantos años de hacer política y en cuatro años de ser presidente Ollanta
Humala no ha aprendido ni siquiera a leer en público. No había llegado a la
tercera línea y ya estaba enumerando sus programas sociales y cómo el pueblo
peruano ha dejado de ser pobre en estos años. Recordemos que solo en el año
2011 ya se habían perdido mil millones de soles por filtración de los dineros
para los programas sociales hacia otras actividades ilegales.
Dijo el gran Albert Camus que “la estupidez insiste siempre” y tiene
razón. En este caso la estupidez es Humala y no solo humana. La inacabable
sucesión de cifras y de mini anécdotas de casos de personas apoyadas por los
programas sociales que podrían haber sido mejor expresadas y mejor
interpretadas por el orador, continúa con el estilo que trajo García en su
segundo mandato de enumerar las supuestas bondades de su gobierno, inclusive
llegando a mencionar cuántos silos se habían implementado. Humala daba la
impresión de querer terminar cuanto antes la lectura del discurso.
En su obra “El extranjero” de
1942, Camus propone la incapacidad de un individuo de lograr expresar
sentimientos y manifestar una moral que sean consecuentes. El personaje de
Camus, Mersault que comete un crimen muestra impasividad y escepticismo frente a
las consecuencias de sus actos. Mersault mató a alguien. Humala cometió el
crimen de traicionar a todo un pueblo. En Mersault hay una ruptura entre lo que
se siente y lo que se hace. A eso sabe Humala, a inconsecuencia, a casualidad,
a impasividad, escepticismo y profunda estupidez. No trasmite sino la energía
de un hombre vegetativo y de un presidente absolutamente ineficaz. La
diferencia de Humala con sus predecesores, es que él arribó al gobierno en un
momento en donde América giraba hacia los pueblos y se autodenominó defensor de
los mismos. Los demás, García, Fujimori, Toledo, llegaron con un discurso
populista pero jamás concitaron tantas expectativas desde el seno del pueblo.
Como Mersault, Humala frente al pueblo es un extranjero.
Ni una palabra a los caídos en
Arequipa, ni a los dos meses del Estado de Emergencia en Islay. Ni una palabra
ética frente a la corrupta Southern expulsada de España y juzgada en México. Ni
una palabra sobre aumentos salariales o mejoras laborales, nada sobre medio ambiente.
El ocaso del presidente
Humala, cuyo nombre, Ollanta, fue el de un inca rebelde, es la señal de la
quiebra absoluta del Estado peruano tal y como está. Es el fin del símbolo
falaz y de la semántica engañosa. El presidente “exitocio”, neologismo creado
por Humala en su pésima lectura, representa una llamada de atención a la
izquierda organizada, frente al peligro de buscar liderazgos externos a las
causas populares y sus manifestaciones orgánicas.
Humala enfrentará su último
año de gobierno con un 70% de problemas medioambientales del total de
conflictos sociales, de los cuales 8% son por demarcación territorial, por
temas ligados a las constructoras y a las mineras principalmente. Las zonas
andinas y amazónicas, que representan el 46% de la población total del Perú en
casi el 80% del territorio nacional, siguen siendo las más vulnerables. 30% de niños en las zonas rurales están
desnutridos, 50% de los hogares
rurales no tienen acceso al agua potable, de estos el 55% no cuenta con
servicios higiénicos y el 40% no tiene electricidad. En 1000 distritos la
pobreza supera el 50% y en 400 de ellos afecta a más del 80% de la población.
A ellos son los que aquejan más los fenómenos meteorológicos, sobre todo a los
que viven entre los 2500 y 4000 m.s.n.m, es decir, 54% de los distritos del
país con 24% de la población general, casi la mitad de la población rural.
Humala dijo que la cuarta
parte de la fuerza laboral del país está asociada a lo agropecuario y habló de
las posibilidades de desarrollarlo pero no dijo nada del reino de las mineras
transnacionales al cual su gobierno no ha hecho más que blindar. En el colmo de
la tozudez se refirió a la ampliación de la frontera agrícola. No es posible
esto último sin nuevas reglas con las mineras. La fórmula: minería más agua
choca directamente con la fórmula: agro más agua. Y durante este gobierno las
transnacionales han imperado sobre los recursos acuíferos necesarios para las
comunidades agrícolas. Humala, el extranjero, vive a espaldas del pueblo que lo
eligió.
Volvió el triste Humala a
celebrar el “hecho histórico” de la delimitación marítima con Chile, que a todas
luces fue un fracaso, para el Perú, -que perdió ochenta millas del mar peruano
al sur del paralelo que pasa por el hito número 1, dieciocho mil kilómetros
cuadrados-, y para el gobierno de Chile que quería más, según demuestra el
libro publicado recientemente por el doctor José Enrique Briceño Berrú,
“Tratado tácito, espectro letal en el derecho del mar de la delimitación
marítima”.
En el plano de la integración
latinoamericana, Humala se felicita por haber asistido a nueve de las diez
cumbres de la Alianza del Pacífico, instrumento nefasto creado por Alan García
que reúne a los gobiernos de derecha del continente para oponerse a la unidad
popular de Nuestra América, encarnados en el ALBA, la UNASUR, la CELACC,
liderados por Venezuela, Bolivia y Ecuador, entre otros. Más de lo mismo,
entrega al colonialismo, presidente nacionalista antinacional.
Discurso triste, pobre concepción de desarrollo nacional y de la
democracia. Un país que en sus conflictos sociales renuncia al poder civil. Por
el momento, el Perú seguirá siendo un país primario exportador, entregado al
capital minero, con pobre desarrollo de las zonas rurales, con postergación del
agro y en alianza con los gobiernos asociados a los intereses económicos de los
Estados Unidos.
Humala perdió su última
oportunidad para la autocrítica, la explicación, las disculpas y la decencia.
Es el presidente del fin de una época. La época de la mentira, la corrupción y
el colonialismo. El último año de Humala el extranjero, abrirá las puertas a un
pueblo harto y que se forja para el poder, un gobierno nacional y popular.
Debemos trabajar mucho y en unidad para eso.
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