Foto: Ismael Francisco/
Cubadebate
Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba,
Bruno Rodríguez Parilla, en la Ceremonia de Reapertura de la Embajada de Cuba
en los Estados Unidos
Este acto ha sido posible por
la libre e inquebrantable voluntad, la unidad, el sacrificio, la abnegación, la
heroica resistencia y el trabajo de nuestro pueblo
La bandera que honramos a la
entrada de esta sala es la misma que aquí fue arriada hace 54 años, conservada
celosamente en la Florida por una familia de libertadores y luego por el Museo
de nuestra ciudad oriental de Las Tunas, como anticipación de que este día
tendría que llegar.
Ondea nuevamente en este lugar
la bandera de la estrella solitaria que encarna la generosa sangre derramada,
el sacrificio y la lucha más que centenaria de nuestro pueblo por la
independencia nacional y la plena autodeterminación, frente a los más graves desafíos
y peligros.
Rendimos homenaje a todos los
que cayeron en su defensa y renovamos el compromiso de las generaciones
presentes y, con absoluta confianza en las que vendrán, de servirla con honor.
Invocamos la memoria de José
Martí, quien vivió consagrado a la lucha por la libertad de Cuba y conoció
profundamente los Estados Unidos. En sus “Escenas Norteamericanas”, nos dejó
una nítida descripción de la gran nación del Norte y el elogio de lo mejor de
ella. También, nos legó la advertencia de su desmedida apetencia de dominación
que toda una historia de desencuentros ha confirmado.
Hemos llegado aquí gracias a
la conducción firme y sabia del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel
Castro Ruz, a cuyas ideas siempre guardaremos lealtad suprema. Recordamos su
presencia en esta ciudad, en abril de 1959, para promover relaciones
bilaterales justas y su sincero homenaje a Lincoln y Washington. Los propósitos
que tempranamente lo hicieron venir, son los que hemos intentado en estas
décadas y coinciden exactamente con los que nos proponemos hoy.
Muchos en esta sala,
políticos, periodistas, personalidades de las letras o las ciencias,
estudiantes, activistas sociales estadounidenses, atesoran infinitas horas de
enriquecedora conversación con el Comandante que les permitieron comprender
mejor nuestras razones, objetivos y decisiones.
Este acto ha sido posible por
la libre e inquebrantable voluntad, la unidad, el sacrificio, la abnegación, la
heroica resistencia y el trabajo de nuestro pueblo, y por la fuerza de la
Nación y la cultura cubanas.
Varias generaciones de la
diplomacia revolucionaria confluyeron en este esfuerzo y entregaron sus
mártires. El ejemplo y el verbo trepidante de Raúl Roa, el Canciller de la
Dignidad, continúan animando la política exterior cubana y estarán en el
recuerdo de los más jóvenes y de los futuros diplomáticos.
Soy portador de un saludo del
Presidente Raúl Castro, expresión de buena voluntad y de la sólida decisión
política de avanzar, mediante el diálogo basado en el respeto mutuo y la
igualdad soberana, hacia una convivencia civilizada, aun dentro de las
diferencias entre ambos gobiernos, que favorezca la solución de los problemas
bilaterales, promueva la cooperación y el desarrollo de vínculos mutuamente
ventajosos como desean y merecen ambos pueblos.
Sabemos que ello sería una
contribución a la paz, el desarrollo, la equidad y la estabilidad del
continente, al ejercicio de los propósitos y principios consagrados en la Carta
de las Naciones Unidas y en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona
de Paz, firmada en la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños, en La Habana.
Con el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas y la reapertura de Embajadas, culmina hoy una primera
etapa del diálogo bilateral y se abre paso al complejo y seguramente largo
proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales.
Es grande el desafío porque
nunca ha habido relaciones normales entre los Estados Unidos de América y Cuba
pese a un siglo y medio de intensos y enriquecedores vínculos entre los dos
pueblos.
La Enmienda Platt, impuesta en 1902 bajo ocupación militar, cercenó
un esfuerzo libertador que había contado con la participación o la simpatía de
no pocos ciudadanos norteamericanos y dio origen a la usurpación de territorio
cubano en Guantánamo. Sus nefastas
consecuencias marcaron indeleblemente nuestra historia común.
En 1959, Estados Unidos no
aceptó la existencia de una pequeña y vecina isla totalmente independiente y
unos años después, aún menos, la de una Revolución socialista que tuvo que
defenderse, y desde entonces, encarna la voluntad de nuestro pueblo.
Cito la historia para afirmar
que hoy se abre la oportunidad de empezar a trabajar para fundar unas
relaciones bilaterales nuevas y distintas a todo lo anterior. Para ello, el
gobierno cubano compromete toda su voluntad.
Solo la eliminación del bloqueo económico, comercial y financiero
que tanto daño y privaciones ocasiona a nuestro pueblo, la devolución del
territorio ocupado en Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba darán
sentido al hecho histórico que estamos viviendo hoy.
Cada paso que se avance
contará con el reconocimiento y la favorable disposición de nuestro pueblo y
gobierno, y recibirá seguramente el aliento y el beneplácito de la América
Latina y el Caribe y del mundo.
Ratificamos la voluntad de
Cuba de avanzar hacia la normalización de las relaciones con los Estados
Unidos, con ánimo constructivo, pero sin menoscabo alguno a nuestra
independencia, ni injerencia en asuntos que pertenecen a la exclusiva soberanía
de los cubanos.
Persistir en objetivos
obsoletos e injustos y solo proponerse un mero cambio en los métodos para
conseguirlos, no hará legítimos aquellos ni ayudará al interés nacional de los
Estados Unidos ni al de sus ciudadanos. Sin embargo, si así ocurriera,
estaríamos dispuestos a aceptar ese desafío.
Acudiremos a este proceso,
como escribiera el presidente Raúl Castro en su carta del 1ro. de julio al
Presidente Barack Obama, “animados por la intención recíproca de desarrollar
relaciones respetuosas y de cooperación entre nuestros pueblos y gobiernos”.
Desde esta Embajada,
continuaremos trabajando con empeño para fomentar las relaciones culturales,
económicas, científicas, académicas y deportivas, y los vínculos amistosos
entre nuestros pueblos.
Trasmitimos el respeto y
reconocimiento del gobierno cubano al Presidente de los Estados Unidos por su
llamado al Congreso a levantar el bloqueo y por el cambio de política que ha
enunciado, en particular por la disposición que ha expresado de ejercer sus
facultades ejecutivas con ese propósito.
Recordamos especialmente la
decisión del Presidente Carter de abrir Secciones de Intereses respectivas en
septiembre de 1977.
Me complace agradecer al
gobierno de la Confederación Suiza por su representación de los intereses
cubanos durante los últimos 24 años.
En nombre del Gobierno y del
pueblo de Cuba, deseo expresar nuestra gratitud a los miembros del Congreso,
académicos, líderes religiosos, activistas, grupos de solidaridad, empresarios
y tantos ciudadanos estadounidenses que se esforzaron a lo largo de muchos años
para hacer llegar este día.
A la mayoría de los cubanos
residentes en los Estados Unidos, que han defendido y reclaman una relación
diferente de este país con nuestra Nación, expresamos reconocimiento. Nos han
dicho, conmovidos, que multiplicarán sus esfuerzos, leales a la tradición de la
emigración patriótica que sirvió de sustento a los ideales de independencia.
Expresamos gratitud a nuestros
hermanos latinoamericanos y caribeños, que han estado de manera decisiva junto
a nuestro país y reclamaron un nuevo capítulo en las relaciones entre los
Estados Unidos y Cuba, al igual que lo hicieron con extraordinaria constancia
muchísimos amigos en todo el mundo.
Reitero nuestro reconocimiento
a los gobiernos, aquí representados por el Cuerpo Diplomático, que con su voz y
voto en la Asamblea General de las Naciones Unidas y en otros ámbitos dieron
una contribución decisiva.
José Martí organizó desde aquí
el Partido Revolucionario Cubano para conquistar la libertad, toda la justicia
y la dignidad plena de los seres humanos. Sus ideas, reivindicadas heroicamente
en el año de su Centenario, siguen siendo la esencial inspiración en este
camino que nuestro pueblo, soberanamente, ha escogido.
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