El 19 de marzo último Perú y
Estados Unidos firmaron un memorandum de entendimiento en materia militar y
fortalecimiento del diálogo político. Este documento como señala el diario El
País comenzó a gestarse durante el año pasado y abarca materias como narcotráfico,
terrorismo, seguridad nuclear y asistencia humanitaria.
Se debe recordar que fue
precisamente en octubre del año pasado que León Panetta, Secretario de Defensa
Norteamericano estuvo de visita por nuestro país. Aquí el representante
norteamericano se entrevistó tanto con el ministro Cateriano como con el
Presidente Humala y afirmó que ambos países debían darle un nuevo impulso al
tratado que en materia de seguridad firmaron en 1952. Paneta afirmó que su país
estaba dispuesto a trabajar junto con Perú especialmente en la planificación de
operaciones conjuntas, en el intercambio de información y la cooperación
trilateral junto a Colombia.
Apenas unos días después
Paneta y Cateriano partieron hacia Uruguay, específicamente al balneario de
Punta del Este, lugar donde se realizaba la X Cumbre de Ministros de Defensa de
las Américas. En este encuentro salieron a relucir importantes diferencias en
materia de seguridad y defensa entre varios de los países miembros y se apreció
de manera nítida el alineamiento del Perú a las posiciones norteamericanas,
alejándolo de las posiciones de los principales socios de UNASUR.
Un antecedente aún más
bochornoso para nuestro país ocurrió a mediados del año 2012 en una reunión de
Viceministros de defensa, cuando como señala Oscar Ugarteche, el viceministro
de defensa peruano asumió el rol de vocero de la posición norteamericana. En
dicha reunión celebrada en Chile, nuestro país buscó actualizar el viejo
Tratado de Defensa Hemisférica, el TIAR, que amarraba la política de defensa de
nuestra región con la del país del norte. Obviamente actualizar el TIAR
significaba desechar el trabajo que la UNASUR a través de su Consejo de Defensa
viene desarrollando en pos de una política de seguridad regional independiente
de los EE.UU. El funcionario peruano no tuvo mejor idea que realizar esta
acción en el preciso momento en el que nuestro país ostentaba la presidencia
protempore del organismo regional.
Es por todo esto que el diario
El País se anima a señalar que con la reciente firma del memorandum nuestro
país “refuerza su papel como actor fundamental en el equilibrio de fuerzas de
América Latina, entre las posturas más radicales del bloque del ALBA y las más
moderadas”. Sin embargo, debemos aclarar que no se trata del ALBA y que no son
posiciones radicales las que se ven en ese espacio, sino más bien, la de
Defensa de la soberanía de nuestros países en la UNASUR.
Sin embargo, más que bisagra
la acción del Perú parece ser la de estar jugando en pared con EE.UU. Desde hace
unos años se puede advertir la vuelta de la superpotencia norteamericana a su
antiguo patio trasero y pareciera ser que uno de sus objetivos es restringir
todo lo posible los diferentes mecanismos de integración que se fueron gestando
durante su ausencia.
Es en América del Sur donde
esta integración ha avanzado más y es ahí precisamente donde los
norteamericanos han desplegado dos herramientas distintas pero en competencia
con la integración que plantea UNASUR. Es legítimo entonces analizar dos tratados,
aparentemente separados, uno comercial (la Alianza del Pacífico) y el otro de
defensa (el TIAR), pero que en conjunto muestran una estrategia norteamericana
centrada en el debilitamiento de las instituciones de integración regional que
lo dejan fuera. En ambos casos aparece el Perú como un jugador importante, el
cual articula y levanta las propuestas norteamericanas que compiten con UNASUR.
Si bien para El País esto no hace más que demostrar el pragmatismo del actual
gobierno, a nosotros nos queda una duda. ¿No será mejor hablar de oportunismo?
No puede entenderse de otra manera el comportamiento casi bipolar de nuestro
país, pues mientras declara la importancia de la integración regional en cuanto
foro asiste, con sus acciones no hace más que entorpecer dicha integración. La
oportunidad que significa UNASUR para la integración y el desarrollo de nuestra
región no puede ser saboteada por los deseos de fama momentánea y la
irresponsabilidad de algunos de nuestras autoridades.
Le cabe la responsabilidad al
gobierno de propiciar un debate nacional sobre un tema estratégico tan
importante en la renovación de los lazos militares con EE.UU. Es de esperar que
la Comisión de Defensa del Congreso de la República y los partidos políticos
den su punto de vista al respecto.
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