Humberto Campodónico.
El otorgamiento de la buena
pro para la construcción del Gasoducto Sur Peruano es una muy buena noticia,
pues permitirá el suministro de gas natural al sur del país, diversificando la
oferta, actualmente concentrada en la zona central, principalmente en Lima.
Igualmente, el GSP garantizará la seguridad del actual gasoducto y poliducto a
Lima –que solo tienen un ramal cada uno– para prevenir cualquier percance.
El otorgamiento de la buena
pro se vio empañada por la protesta de un postor, que no pudo presentar su
oferta debido a que varió la composición de sus accionistas. Afirma
ProInversión que aceptar este cambio significaba violar las propias bases del
concurso, motivo por el cual se tuvo que rechazar la presentación de su oferta.
Nos parece válida esta posición la misma que, sin embargo, deberá ser aclarada
en todos sus extremos para garantizar la transparencia del proceso.
Inmediatamente después de
otorgada la buena pro, se ha planteado
que el GSP solo será rentable “si se exporta gas natural o energía eléctrica a
Chile” (El Comercio, 27/06/14), país que tiene un déficit de abastecimiento
de energía para sus minas de cobre en la zona norte. Este planteamiento coloca,
una vez más, la carreta delante de los caballos.
Lo primero que se tiene que
hacer es aprobar un Plan Energético de Mediano y Largo Plazo que establezca la
matriz energética del país para los próximos 20 a 30 años, a partir de la
priorización de las reservas energéticas que existen en el país: gas natural,
petróleo, energía hidroeléctrica y el fomento de las energías renovables
(solar, eólica, biomasa), principalmente. La nueva matriz debe ser
ambientalmente sostenible.
Todos los países tienen ese Plan.
En EEUU ha estado prohibida la exportación de petróleo crudo desde
1979, ya que existía un déficit de petróleo que afectaba la seguridad
energética (1). Recién hace 15 días el Presidente Obama levantó la
restricción pues la nueva oferta del “shale oil” (petróleo esquisto) cambió la
situación.
La energía mueve las economías de los países y todos actúan en
consecuencia.
El planteamiento de que el
“libre mercado” proveerá la seguridad energética simplemente no está en la
agenda. Salvo en el Perú.
La nueva matriz nos dirá
claramente cuáles son nuestras prioridades, nuestros déficits y la política
energética que garantice nuestra seguridad en el mediano plazo. Eso se puede
hacer, ya, pues existen varios estudios que significan un gran avance,
principalmente la “Nueva Matriz
Energética Sostenible” (NUMES), elaborado con fuerte apoyo del BID.
Entonces, ¿cuál es el problema?
Que el artículo 8 de la Ley de Hidrocarburos, Ley 26221 de 1993, establece
que los hidrocarburos son del Estado mientras estén bajo tierra (“in
situ”), pero una vez extraídos le
pertenecen al licenciatario, quien puede disponer de ellos como mejor le
convenga, previo pago de una regalía. Si los quiere vender en el mercado
interno, lo hace. Si los quiere exportar, también lo puede hacer.
Por esa razón, el gas del Lote 56 se exporta a México debido a un
contrato firmado en el 2007 entre Repsol y la Comisión de Electricidad de
México, contrato en el que no intervino el Estado peruano.
¿El problema?
Que el precio pactado es
inferior al que se paga en el mercado peruano.
¿Por qué?
Porque así lo determinó el
vendedor (Repsol), que ni siquiera se preocupó de establecer una cláusula de
equilibrio económico, el ABC de este tipo de contratos.
Lo mismo podría suceder con el
gas del Lote 58, que Petrobras le acaba de vender a la estatal china CNPC y que
debería abastecer al flamante GSP.
Se afirma que el objetivo de CNPC es llevar el gas al Sur,
licuefactarlo en una planta de LNG y exportarlo a China. Punto. No le interesaría garantizar la
demanda nacional, que debería también incluir la industria petroquímica.
¿Será cierto?
No lo sabemos de seguro. Pero
lo que sí es seguro es que lo podría hacer sin ningún problema, al amparo de la
Ley 26221.
Volvamos al principio. No se trata de exportar o no gas a Chile o a
un tercer país. El tema es que el país determine con claridad su horizonte
energético de mediano plazo.
Y lo más importante: avanzar hacia la diversificación productiva,
lo que se hace posible con la petroquímica (PQ) del etano, para lo cual hay que
construir un ducto de líquidos, al lado del ducto de gas del GSP.
La PQ nos permitirá producir
plásticos generando miles de empleos en Medianas y Pequeñas Empresas, con mayor
valor agregado, desterrando la informalidad y abasteciendo a los países vecinos
que no tienen PQ (2).
¿Por qué no estamos
discutiendo este tema crucial y sí El Comercio avanza la ficha de la
exportación?
Agreguemos que la PQ forma
parte del Plan Nacional de Diversificación Productiva de PRODUCE, que se afirma
es apoyado 100% por el Presidente de la República. Y, ojo, no habrá PQ si no se
garantiza el gas del Lote 58 para el GSP, además de que el etano de los Lotes
88 y 56 también vayan al sur en el ducto de líquidos.
Todo esto se hace posible con
la construcción del GSP. Muy bien por eso. Pero hay todavía muchísimo que
hacer.
(2) Petroquímica y Política Pública, Cristal
de Mira, 17/02/14.
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