Para dar un paso a la democratización en la
toma de decisiones, deberíamos de partir por involucrar cada vez más a los
ciudadanos y ciudadanas. En el núcleo de la participación que reside en la
actitud frente al poder,
acercándose a los problemas
públicos y tomar parte de ellos de cualquier forma de acción colectiva; esta
participación debe tener una cuota de
conciencia e identificación social y no solo satisfacer sus intereses
individuales, antes que permitirse el sacrificio por los demás.
Porque no hay verdadera
participación sin solidaridad, ni hay una auténtica solidaridad sin
participación. La participación y la solidaridad se exigen mutuamente para
orientarse en el bien común.
La participación tiene dos tipos: Participación Directa, que
es el derecho de participar de los ciudadanos en el gobierno y en los asuntos
públicos; Participación Indirecta, se da por medio de los representantes
libremente elegidos.
Pero la democracia no se
legitima por la participación indirecta, a través del voto, transfiriendo el
poder a los representantes, por mucho que estos sean elegidos democráticamente.
La legitimación de la democracia exige además de la delegación de la cuota de
poder a los representantes, la capacidad de gestionar, compartir decisiones y
poder o tener incidencia política (por lo menos para iniciar hacia la tan
esperada construcción de la Democracia Participativa) por parte de la
ciudadanía en sus diferentes contextos sociales para mantenerlos o transformarlos.
Es decir no solo debe primar la democracia representativa, sino debe darse la
convivencia entre estas dos democracias (Representativa y Participativa), ya
que la participación de los ciudadanos cuenta mucho en estos tiempos y más aún
si tenemos en consideración que los viejos partidos políticos se encuentran
totalmente desprestigiados y deslegitimados inclusive con sus mismos
militantes, encontrándose lejos de las expectativas y sus exigencias del pueblo.
Pues para la consolidación de
la democracia requiere mantener abiertos los canales de la participación y
despiertos los valores que le dan
estabilidad al régimen. La convivencia entre la representación política y participación ciudadana es la que
supone una doble obligación: Por un lado la del gobierno hacia la sociedad que
les ha otorgado el poder y por otro lado de los ciudadanos hacia los valores
sociales (aspectos normativos) sobre los que descansan la democracia hacia la
convivencia civilizada.
Teniendo en consideración que
la participación es un derecho y vía fundamental en la democracia. Es en ese sentido que nuestro ordenamiento jurídico
reconoce a la participación en:
·
Nuestra Constitución,
·
Ley de Derecho de Participación y Control
Ciudadano – 26 300,
·
Ley de Bases de la Descentralización,
·
Ley Orgánica de Municipalidades,
·
Tratados Internacionales suscritos y ratificados
por el Perú;
También existen otras formas
de participación ciudadana que no se encuentran legisladas pero pueden ser
implementarlas en los gobiernos locales y regionales (ejemplo: el gobierno
local puede reconocerlas a través de una Ordenanza Municipal, los gobiernos
regionales también podrían hacer algo al respecto), claro que si existiese
verdaderamente voluntad política. Pero hay otras que no es necesario de
requerir el reconocimiento por parte del Estado, porque pueden encontrarse
organizados para realizar incidencia política y/o vigilancia ciudadana.
Pero estas normas de
Participación Ciudadana no han funcionado como se esperaba y son pocos los
resultados alentadores por las barreras
y obstáculos que hacen difícil lograr algún éxito, más aún si los gobernantes
no tienen voluntad política de apertura, por
ejemplo: Los Consejos Consultivos Locales (CCL) y Consejos Consultivos
Regionales (CCR) no pasan muchísimas veces de ser meramente consultiva,
porque no tiene carácter vinculante con las acciones de los gobiernos locales y
regionales que en reiteradas ocasiones hacen oídos sordos a las
propuestas, desalentándolos a los
ciudadanos; los Presupuestos Participativos no es más que una formalidad
que cumplir ya que la sociedad civil en su conjunto que participa es una
minoría y se impone el voto de la mayoría que son parte del gobierno. Pero
debemos de entender que es una “ventana
abierta” y que abre posibilidades para dar inicio y tránsito hacia la
verdadera Democracia Participativa en la toma de decisiones, lo que queda
como reto para nosotros es mejorar la legislación en beneficio de la
participación ciudadana. Consolidando la participación que es la primera
meta para luego terminar logrando una aproximación a la igualdad (aunque esto
sólo se alcanzará con un pueblo organizado y a veces movilizado).
Así mismo el Estado está en la
obligación de hacer más confiables los pocos espacios de concertación que hay,
implementando políticas educativas e
iniciar una conciencia ciudadana inclusive en los funcionarios públicos
para que exista esa voluntad política de la que tanto hablamos y aperturen
nuevos espacios (aparte de los que establecen la ley para la participación
ciudadana), inicien diálogos y concertaciones con la sociedad civil como
criterio fundamental de la construcción de la cultura democrática. También se
debe tener en cuenta que con altos índices de analfabetismo, pobreza de capital
social (incapacidad para concertar y articularse en todos los niveles) y
exclusión; no será posible conducir con los procesos de participación ciudadana
en forma sostenida y garantizar la gobernabilidad venida a menos, por esos
motivos el Estado tiene una deuda con los sectores más pobres y olvidados, impidiéndose
llevarse con éxito el desarrollo humano donde se debe priorizar la educación y
haciendo énfasis en todos los niveles la formación ciudadana.
Como también los gremios,
sindicatos, escuelas y colegios, universidades, partidos políticos, colegios de
profesionales, organizaciones sociales y de base, etc., tienen un rol que cumplir, que es de generar
verdaderos ciudadanos y practicar la participación desde sus instituciones.
Como consecuencias del
ejercicio ciudadano se podrá garantizar
la disminución de la corrupción a través de la vigilancia ciudadana de
la población conjuntamente con las organizaciones sociales y se comprometan con
las políticas de desarrollo de su gobierno realizadas u obtenidas por la
incidencia política o por los espacios de concertación.
Lamentablemente las élites
políticas frente al ejercicio ciudadano hacen un blindaje (en su gran mayoría)
para no permitir el control y las iniciativas ciudadanas, ellos solo ven en los
espacios de concertación como una válvula de escape a los mecanismos de presión
(marchas, bloqueos de carreteras, plantones, etc.). Estas en muchas
oportunidades ha dado mejores resultados que la concertación. Tampoco hay
voluntad política para aperturar los espacios de concertación y participación,
cuando son estos los espacios que podrían dar gobernabilidad, legitimidad y
viabilizar el proceso. Pero como están politizados partidariamente, la
población no válida el proceso más aún al no ver instituciones y organizaciones
que los representen y/o tengan credibilidad.
En consideración que las
instituciones poliárquicas no garantizan que la participación ciudadana sea de
carácter decisorio (por lo menos tengan en cuenta algunas de sus propuestas)
sino solamente consultivos como los CCL y CCR ya que no es tan cómoda y
vigorosa como podría serlo en una pequeña Ciudad – Estado, ni la élite política
permiten que sean controladas de cerca por los ciudadanos; porque se encuentra infestada de
corruptos y se ha institucionalizado una cultura de la corrupción; es por
eso que no deja tener razón la afirmación del noble Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder
absoluto corrompe en forma absoluta”,
en conclusión no se debe permitir la
acumulación del poder en pocas manos y la obligación de realizar una activa participación ciudadana incidiendo
en la No Reelección en ningún cargo
público asumido por elecciones.
POR UNA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA CONTRA LA CORRUPCIÓN
En los últimos años hemos podido observar la
corrupción más documentada del mundo (videos, audios, contratos, y otros
documentos) de personas que fueron parte de la corrupción de los delitos
económicos, políticos y otros; en el régimen fujimorista y el gobierno de
Toledo. Donde somos testigos que existe
una cultura de corrupción institucionalizada por parte de los viejos políticos,
élite que se alternan en el poder para gobernarnos.
Por lo visto frente a la
corrupción no existe voluntad política y es lamentable como se da el trato
preferencial a favor de los delincuentes políticos; con muchos de ellos el
Poder Judicial es condescendiente al emitir resoluciones judiciales
otorgándoles mandato de comparecencia o arresto domiciliario en los proceso
penales aperturados. Aun dándose los presupuestos para ser encarcelados, no se
encuentran estos en la cárcel: donde hay pruebas contundentes que muestran la
culpabilidad dolosa de los procesados, la sanción a imponerse es mayor a cuatro
años, el imputado intenta eludir y perturbar la actividad probatoria son
razones por la cual el juez debería de dar mandato de detención a muchas
personas en los diferentes proceso de corrupción en el aparato estatal.
Es repugnable que las personas pertenecientes a la élite económica y
política se atribuyan que ellos no cometen delitos sino solo “pecan” como dijo
Luis Bedoya Reyes refiriéndose a su hijo quien había recibido dinero mal
habido.
Se ha venido apreciando la
garantía de impunidad no solo en los procesos de corrupción sino también en los
crímenes de lesa humanidad que sufrimos las últimas dos décadas en nuestro país
por parte de los partidos políticos comprometidos, fuerzas armadas y la extrema
derecha; estos malos jueces que salen en
defensa de la mafia y de los criminales del Estado, inclusive han venido
aplicando normas de carácter procesal y de ejecución penal con retroactividad y
poniéndolos en libertad.
Todos los que se encuentra
detenidos, están porque son muy evidentes donde la mayoría se acogen a la
confesión sincera y colaboración eficaz para lograr menos pena punitiva; esperan también salir pronto con la redención
de la pena (es decir para el computo de la pena un día de privación de
libertad por cada dos días de trabajo o
estudio para los delitos de corrupción y
otros, conocidos por el 2x1) y/o cumpliendo las ¾ partes de la sanción
penal para lograr su libertad, en otras palabras la pena será benigna y
nuevamente saldrán a delinquir.
Cuanta injusticia y desproporcional
son las normas penales en cuanto los delitos de corrupción y delitos comunes;
en el primero afecta a toda la población siendo considerado delito de masa
(Hecho de notoria gravedad que perjudica a una generalidad de personas) que
debería ser una agravante, aún con mayor razón a las autoridades que fueron
elegidas por el pueblo e ingresaron a los gobiernos locales, regionales y
central con el respaldo popular traicionando a sus expectativas.
Sin embargo la justicia es drástica para los pobres y los menos
favorecidos económicamente, cuando por hambre no les queda otra opción que
hurtar o robar para satisfacer las necesidades de su familia y subsistir;
quienes además de pagar su deuda con la sociedad pagando largas condenas
resultan siendo estigmatizados, padeciendo no solamente por el desprestigio
social sino la imposibilidad de conseguir un puesto de trabajo por tener
antecedentes penales. Pues el Estado y la economía de mercado no garantizan
puestos de trabajo y oportunidades a la población que les permitan el real
ejercicio de sus libertades y lograr su desarrollo, cerrando las brechas
económicas.
Mientras los “grandes
políticos” que se favorecen por la Democracia Representativa emiten normas que
benefician a sus empresas, a las transnacionales y a sus familias que
gobernaron y gobiernan alternadamente como Belaunde, Castillo, Diez Canseco,
Villaran, Quijandría, Bedoya, Tudela, Towsend, Bruce, Solari, entre otros
(muchas de ellas familias entre sí) legislando a favor de los grupos de poder
económico quienes financian las campañas electorales estas familias son:
Romero, Benavides de la Quintana, Brescia, Ferreyros, Graña y Montero, Belmont
– Anderson, Rodríguez – Pastor, Miro
Quesada, Wong, entre otros.
Las familias de poder
económico tienen representantes en el Poder Ejecutivo y el Congreso de la
República. También por ser grandes anunciantes, tienen una influencia en los
medios de comunicación que es la piedra angular para perpetuarse en el poder.
Estos no se encuentran expuestos públicamente guardan el perfil bajo, para eso
tienen a su “títeres políticos” que responden a sus intereses.
La Democracia Representativa
no ha funcionado en toda la época republicana del Perú, solo ha demostrado:
corrupción, toma de decisiones personales sin rendir cuenta al ciudadano, solo
garantiza democracia electoral donde cambian periódicamente de gobernantes, es
la manera sutil de robarle el poder al pueblo en el gobierno, ignoran el poder
popular que los llevó al poder, imposición de la clase gobernante, la
gobernabilidad para ellos supone exclusión, son castas que se aferran al poder
por décadas, pérdida de calidad de vida en los sectores populares (en
alimentación, salud y educación), gobiernan sobre la base de la injusticia y la
impunidad, creen que las críticas y las protestas se sofocan declarando un
Estado de Emergencia para posponer todo reclamo, obedecen al poder hegemónico
económico y político.
Democracia Procedimental +
Democracia Participativa =
Democracia Sustantiva
Democracia Formal Democracia de Ciudadan@s
Democracia Elitista Democracia Auténtica
Para hacer una de nuestras
propuestas en la lucha contra la corrupción y ejercer ciudadanía, me permitiré
desarrollar una pequeña fórmula y desarrollar brevemente un par de conceptos
para culminar con el nuevo tipo de democracia que anhelamos y estamos empeñados
en forjarla.
La Teoría Democrática divide en Democracia
Procedimental y Democracia Sustantiva. La Democracia Procedimental, define la
democracia como un sistema de gobierno que se evalúa según el apego a
procedimientos centrados en elecciones competitivas, se denomina también
democracia minimalista, procedimental, electoral, elitista o política. La
Democracia Sustantiva, quienes evalúan no solo los procedimientos sino también
los resultados por su capacidad como régimen político para producir un mayor
bienestar en la población, es el resultado de condiciones propicias en lo
económico, social y cultural; llamada también democracia social, sustancial o
cultural.
Norberto Bobbio hablaba sobre
una democracia perfecta que debería ser al mismo tiempo formal y sustancial que
implica un proceso de democratización, la reducción de las desigualdades
económicas y sociales que constituyen un condicionante del ejercicio de los
derechos políticos.
Rousseau expresa en el
Contrato Social la defensa de la democracia directa, manifestaba que la
soberanía no puede ser representada por la misma razón de ser inalienable;
consiste esencialmente en la voluntad general y la voluntad no se representa.
En ese sentido proponemos
además de la democracia procedimental y sustantiva una tercera democracia que
tiene diferentes denominaciones: democracia directa, democracia participativa,
democracia de ciudadanos y ciudadanas, democracia fuerte y unitaria, democracia
desde abajo, democracia sin violencia estructural, democracia absoluta,
democracia verdadera; que va a llevar a implementarse la democracia sustantiva;
esta define por la directa, como el ejercicio de soberanía del pueblo y así pasar
de un Estado de Derecho al Estado Social de Derecho. En esta tercera democracia
que nos garantiza plena capacidad de decisión sobre nuestras vidas, aquella
participación que ejercemos sin pedir permiso, donde el ciudadano aprende a
ejercer como gobernante y los gobernantes ejercitan el poder mandando -
obedeciendo. Así ejercitan en forma efectiva y directa la soberanía popular que
concretan formalmente el Poder Constituyente Popular; estamos hablando de
democracia directa: el referéndum vinculante, iniciativas populares
(legislativas, abrogativas, de revocación, de ratificación); se habla de
sistemas electorales justos, proporcionales y nominales, de elecciones
primarias; hablamos de procedimientos de autogestión como los presupuestos
participativos, de economía participativa; hablamos especialmente de libertades
que garantizan la supremacía y dinámica del Poder Constituyente Popular como
son la iniciativa popular a la enmienda constitucional, al inicio de procesos
constituyente.
Porque no hay una democracia auténtica
sin la participación real de la ciudadanía, la democracia supone cuestionar los
modelos “democráticos” basados en la neutralidad del liberalismo, democracia
restringida, desempleo.
Todos los conceptos de la
verdadera democracia que hablan de transformaciones pendientes y urgentes del
sistema político, económico y cultural vigente, transformaciones que los
movimientos sociales están convergiendo
en su senda de identidad.
Como podemos apreciar, existe
la posibilidad de un poderoso movimiento social fuerte en América del Sur hacia
la democratización y la solidaridad, pues la radicalización democrática solo
puede ser producto de un movimiento social como en Bolivia, Ecuador con sus
organizaciones de campesinos, indígenas y trabajadores mineros que están
empoderados.
En esta lucha se revierten las
formas de construcción y las
perspectivas políticas del movimiento social. Se trata de que estos procesos de
politización de lo social y la socialización de la política.
Así mismo nuestra propuesta y
la de muchas organizaciones sociales que va creciendo y es posible que
encontremos puntos comunes siempre que estemos de acuerdo en conseguir mayor
control de gobierno, así como de las grandes empresas nacionales y
trasnacionales con mayor participación de ciudadanos y ciudadanas.
Quisiera culminar con algunos
fragmentos que es parte de obra la “Política” de Aristóteles: “…Los desórdenes
de los demagogos originan las revoluciones en las democracias…la revolución en
la aristocracia se produce, en primer lugar, cuando las funciones públicas son patrimonio de una minoría, muy
reducida….”.
Aristóteles hacia una crítica
a esa democracia y es lo mismo que nos sucede en toda la “democracia” en el
Perú, en el gobierno que se encuentra en pocas manos y alternados entre la
élite oligárquica. La sociedad civil es ajena a la toma de decisiones mostrando
una falta de verdadera apertura de espacios de Democracia Participativa donde
sus acuerdos tengan carácter resolutivo es decir decisión en las políticas
públicas, solo así haremos verdaderos ciudadanos y ciudadanas comprometidos con
su patria.
Un mundo mejor es posible, un
Perú mejor también es posible solo si comenzamos a tener una cuota de poder
para gobernarnos como pueblo, los más necesitados, porque los otros ya tienen
todo el poder por ahora.
Por:
Abog. César Atienza Villavicencio
Emails: alianzahumanista@yahoo.es
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