Humberto Campodónico
La discusión acerca de si
Petroperú debe entrar en el Lote 192 ha cobrado fuerza, debido a que el
concurso para su otorgamiento fue declarado desierto. Hay sólidas razones
técnicas, económicas, sociales y políticas para que Petroperú asuma este lote
al 100%. Veamos.
Primero, los activos del Lote
192 –que está en explotación desde mediados de los 70– valen US$ 345 millones y
revierten al Estado a título gratuito al final del contrato, según la Ley 26221
de 1993. Cualquier nuevo inversionista debe pagar esta cantidad, lo que, en
esta coyuntura de precios bajos del petróleo, hace que la operación no sea
rentable.
Pero no sucede lo mismo con
Petroperú, pues los activos seguirían en poder del Estado. Al no tener que
“recuperar” esos US$ 345 millones la explotación se vuelve rentable. Y
Petroperú volvería, después de 20 años, a la integración vertical.
Segundo, cualquier privado
tiene que pagarle a Petroperú la tarifa de uso del oleoducto –de su propiedad–
desde la selva hasta Bayóvar, lo que es un costo adicional. No sucede lo mismo
con Petroperú pues el pago de esa tarifa es un ingreso de Petroperú-Casa
Matriz.
Tercero, Petroperú no tiene
que desembolsar dinero para las nuevas y necesarias inversiones en el Lote 192
(el más grande del Perú). Puede buscar un inversionista privado bajo la
modalidad de contrato de servicios: se le paga una tarifa por cada barril, que
le permita recuperar sus inversiones, pagar sus costos y tener una ganancia
adecuada. Esta modalidad –Petroperú sigue siendo el dueño de la molécula– es
aceptada internacionalmente.
Cuarto, Petroperú está
modernizando Talara para eliminar el azufre que contamina, para refinar 95,000
barriles diarios (en lugar de los 65,000 actuales) y procesar petróleo pesado
(como el del Lote 192, más barato que los petróleos ligeros) con nuevas
técnicas que permiten obtener mejores combustibles. Si a eso le sumamos la
producción futura del Lote 64 (de petróleo ligero, de propiedad de Petroperú) y
que también va a usar el oleoducto, las sinergias son aún mayores.
La entrada al Lote 192 debe
formar parte de un nuevo proyecto integral para Petroperú, que tome en cuenta
todas sus actividades e inversiones, llevando a cabo la necesaria reingeniería
y la mejora del Buen Gobierno Corporativo.
Todo para garantizar, en
primer lugar, la viabilidad económica y financiera de la Refinería de Talara.
Esto es central, ya que ahora la modernización se hace bajo la Ley 30130 del
2013, que prohíbe a Petroperú asumir nuevas inversiones hasta que no cancele
los préstamos para su financiamiento.
Es obvio, entonces, que el
nuevo esquema debe garantizar al constructor de Talara y a los prestamistas que
se cumplirá con todas las obligaciones asumidas, de manera clara y
transparente. Esta es la condición sine qua non para los planes de
relanzamiento de la empresa.
El obstáculo central es la absurda Ley 30130 (Art. 6) que encadena a
Petroperú a seguir siendo una refinería, no permitiéndole entrar a explotar
petróleo. La Ley 30130 fue el candado que pusieron Castilla-Segura cuando,
a regañadientes, se vieron obligados a darle luz verde a la Refinería de
Talara, bajo presión de los talareños, piuranos y trabajadores de Petroperú.
Pero se puede abrir ese candado.
¿Cómo? Pues porque en esta legislatura se debe debatir la
Iniciativa Legislativa que en junio pasado –con 100,000 firmas en su alforja–
planteó la derogatoria del Art 3 y el Art 6 de la Ley 30130. ¿Estarán los
congresistas a la altura de sus responsabilidades?
Por otro lado, es
importantísima la conjunción del apoyo a Petroperú de Talara y Loreto. Lo de
Talara es conocido. Ahora se suman las comunidades nativas del Alto Tigre y la
Feconat a favor de Petroperú al 100% en el 192, oponiéndose a otras empresas
por su pésimo récord contaminante. Que quede claro: las comunidades están a
favor de la explotación. Y no en contra como sucede en otros lugares.
Hace pocos días, en gran
manifestación en Iquitos, Fernando Chuje, presidente de la Feconat, y el
gobernador de Loreto, Fernando Meléndez, coincidieron en terminar la
contaminación y en justicia para todo Loreto.
Hasta hace pocos días, parecía
que todo estaba listo para Petroperú al 100%. Tanto la ministra Rosa María
Ortiz como el presidente de Petroperú, Germán Velásquez, no solo no descartaban
la posibilidad sino que la veían con buenos ojos. ¿Qué ha pasado, entonces,
para que ahora se diga que hay un “Plan B” de negociación directa con un
inversionista, relajando las condiciones económicas iniciales (los US$ 345
millones y menores regalías)?
Lo más probable es que se deba
a las recientes declaraciones del presidente Humala contra la entrada de
Petroperú al 192, reafirmado la vigencia de los planes Castilla/Segura (“la
empresa no puede picotear por aquí y por allá”; “esa es una posición
extremista”).
Lamentable, porque la
“posición extremista” –y obsoleta– es la de Castilla/Segura, que no quieren
empresa pública, ya sea por capricho neoliberal o por intereses encubiertos.
Esa posición de Segura llevó hace unos meses al descalabro de la Ley Pulpín, que
le costó al gobierno siete congresistas.
No es buena política oponerse
a alternativas viables en el plano económico, técnico y político. Y en Talara y
Loreto no gusta que se les tilde de “extremistas” cuando están defendiendo
–como miles de peruanos– sus reivindicaciones y los intereses estratégicos de
la política energética por la vía democrática. Les están diciendo no a los
intereses subalternos y a los dogmas obsoletos. Ojalá tengamos éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario