miércoles, 17 de septiembre de 2014

LIBERALISMO CRISIS INSURGENCIA

¿POR QUÉ LA CRISIS LA PAGA EL PUEBLO?
Escribe: Milciades Ruiz
En el proceso histórico, estamos en una etapa en que el capital financiero es la columna que sostiene el desarrollo capitalista. Es la fuente de las inversiones ya sea para la producción de bienes y servicios como para la comercialización de estos. Sin este soporte de la estructura capitalista cae, se derrumba también todo el andamiaje superpuesto: Inversiones, producción (PBI), comercialización, empleo, exportaciones, etc.
En el mercado financiero son muchas las empresas que compiten ofreciendo el servicio crediticio (bancos, cajas de créditos, financieras, cooperativas, etc.), siendo los grandes bancos los que mueven mayor masa monetaria. Esto los hace muy importantes porque si un banco grande quiebra puede causar estragos en la economía de un país. Si varios bancos quiebran a la vez entonces ocasionan crisis económica muy grave.
Lo que más molesta a los abanderados del mercado libre es el control. Aborrecen que el Estado intervenga regulando el mercado. El liberalismo es sinónimo de descontrol. Los anarquistas del liberalismo combaten toda intervención estatal en el mundo de sus negocios donde reina el poder del más fuerte, donde el grande se come a los chicos, donde la codicia no tiene límites sin importar la desgracia de millones de humanos.
El descontrol del mercado financiero en EE. UU. y en Europa, condujo a un descalabro financiero en el 2008 y muchos bancos entraron en situación de quiebra ocasionando una grave crisis en las economías de esos lugares. Frente a esta situación, los gobiernos respectivos tuvieron que socorrer a los grandes bancos utilizando fondos públicos y tomando medidas de emergencia a fin de evitar la caída de dicha columna financiera.
Se hizo todo lo contrario a la doctrina del liberalismo económico. El Estado intervino directamente en el mercado financiero. ¿Por qué los islámicos del liberalismo no protestaron frente a esta intervención del Estado? Obviamente razones sobran.
Pese a todos los esfuerzos, la crisis se desencadenó llevándose de encuentro a los más indefensos. Los bancos fueron reflotados a un alto costo social y económico. Aunque las economías de esos lares detuvieron su hundimiento, sin embargo, no pudieron evitar los daños. Caída de producción (PBI), alto desempleo, reajustes presupuestales, recortes en ingresos y egresos, ejecución de hipotecas, desactivación de inversiones, desaceleración económica, etc.
Vamos ya por el séptimo año desde que se produjo esta crisis y hasta ahora las economías no han podido recuperar los niveles que tuvieron antes de ella. Aunque hubo medidas de toda índole para estabilizar las economías, la crisis pudo más. Cayó la demanda y consiguientemente los precios y salarios. Rodaron cabezas políticas y justos pagaron por pecadores. La maquinaria de crecimiento económico perdió fuerza y no había forma de reanimarla.
Aunque en el 2014 hay indicios de lenta recuperación, sin embargo la rehabilitación plena está lejana y no será en el corto plazo. Pero si esto ha sucedido en los países dominantes las consecuencias se sufren también en los países dominados. Si la economía está globalizada, la crisis también tuvo ese alcance.
REPERCUCIONES EN PERÚ
La crisis originada inicialmente en EE. UU. se expandió por todo el planeta afectando de diversa manera las economías de todos los países siendo los más vulnerables los primeros en caer. La onda expansiva de esta crisis empezó a llegar con fuerza en nuestro país con la caída de precios de los minerales por menor demanda. El canon minero empezó a reducirse para las regiones.
Nuestra vulnerabilidad proviene del hecho de que nuestra economía tiene como soporte a las empresas transnacionales que explotan nuestros recursos naturales. Nuestro presupuesto nacional se nutre mayormente de los impuestos que nos dejan esas empresas. Vivimos de la carroña, ya que la carne de la riqueza se la llevan ellas.
Debido a la recesión mundial, los países compradores de productos minerales empezaron a disminuir sus pedidos frenando las inversiones. Menor exportación y a menores precios hicieron disminuir los ingresos fiscales. Bajaron también las ayudas económicas de cooperación y hasta las remesas de peruanos en el extranjero cayeron. El flujo monetario proveniente del extranjero fue decayendo en intensidad hasta crear un déficit en nuestra balanza de pagos.
Se sabía que la onda expansiva nos llegaría y se tomaron algunas medidas pensando en una crisis pasajera. Alguien habló que entrábamos a la época de las vacas flacas y lo hicieron callar para que no escuchen los inversionistas cuando eran ellos los que lanzaron la alarma. Dada nuestra fortaleza económica del momento se pensó que la llegada de la avalancha sería controlada. El mercado daba malas señales pero la soberbia las ignoraba.
Esa confiabilidad fue un error y solo cuando llegamos al 2014 hemos reaccionado tardíamente con medidas de emergencia, implorando a los inversionistas con presentes de mayor entreguismo, pero nada. “El cadáver, Ay. Siguió muriendo”. Lo que nunca había hecho caso el Estado, recién ahora decía: hay que ir a una diversificación productiva. Lanzaron su plan como un saludo a la bandera. Lo que no se hizo en la bonanza se quiere hacer ahora en la recesión como jugando al zorro y la cigüeña. ¡Qué tales….!
¿A qué viene todo esto si lo dicho ya lo sabemos? A que Perú actual no solamente es pésimo en comprensión de lectura sino también en aprender de su historia. En esta perspectiva, lo dicho a grandes rasgos de manera simplista por razones didácticas me da pie para los siguientes razonamientos fisiológicos.
1. Los acontecimientos económicos sociales ocurren siguiendo un proceso cíclico.
Nacen, se desarrollan hasta alcanzar su plenitud con la prosperidad para luego empezar a decaer hasta fenecer. El florecimiento tiene su momento y no es para siempre. Las épocas de bonanza no son eternas. Si el negocio está de subida es el momento de capitalizar y no despilfarrar porque llegando a su tope máximo empezará a declinar.
El alza de los precios internacionales de los minerales nos ha dado una bonanza pasajera que se pensó duraría indefinidamente. “El Perú es un país minero” era la convicción. ¿Para qué buscar otra alternativa? Solo pensamos en sacarle un poco más a nuestros depredadores en forma de canon, aportes voluntarios y otras migajas. Con ello nos conformamos muy contentos.
Pero esa bonanza solo ha sido presupuestal y no estructural. Riqueza fiscal pero que no chorreaba a la población. Las empresas extranjeras llegaron como moscas tras la miel del presupuesto público. Surgieron miles de empresas artificiales en torno a los gobiernos locales y regionales. El proyecto de Olmos por el que tanto lucharon los lambayecanos fue entregado a empresas forasteras.
La bonanza atrajo más empresas extranjeras en el comercio, construcción, finanzas, agroexportación. Más irrigaciones, más obras y proyectos para ellas. Había tanto dinero que se criticaba la poca capacidad de gasto burocrático en regiones y municipios. Se aplaudía el despilfarro burocrático. En el 2012 se gastaron 230 millones de soles en publicidad (equivalente a sembrar 85 mil hectáreas de maíz). El Ministro de Defensa dedicó casi 230 mil soles en remodelar sus dos oficinas.
Con esa tendencia nos hemos quedado y eso prima en estas elecciones pues los candidatos políticos ofrecen grandes obras en plena recesión. El presupuesto 2015 es mayor que en los años de bonanza presupuestal. No pueden resolver largas huelgas por mejoras salariales ni pagar las deudas a fonavistas, menos la deuda agraria que lleva ya más de cuarenta años pero, se condonan deudas tributarias a los inversionistas morosos y se les rebajan las multas por abusos laborales.
Si seguimos así, probablemente volveremos a los presupuestos desfinanciados, a los créditos suplementarios, a la deuda externa. ¿Se repetirá la misma historia de siempre? Nos queda algo de ahorro y hay reservas pero la moneda ha empezado a depreciarse. El barco empieza a hundirse. Se alegará que todavía no estamos en crisis pero es mejor hablar ahora que después de la desgracia.
El precio del oro ha tenido una caída sostenida desde el 2011 en que se cotizaba a US$ 1900 onza a 1230 y lo mismo sucede con la plata y el cobre. Esto no se resuelve con medidas internas. El sector construcción tuvo una caída del 6 % en Julio y su proyección de crecimiento ha bajado de 9% al 4 %. Esto significa menos albañiles, menor compra de materiales, menores ingresos para la población y menos demanda o consumo.
Según LatinFocus Consensus que monitorea los indicadores económicos como PBI, crecimiento, demanda interna, empleo, consumo, comercio, inversión fija, todos tienen cifras negativas para este año salvo la deuda pública que sigue en aumento. La inversión fija que en Enero tenía una expectativa de crecimiento del 7.3% ahora es solo de 2.9%.
En toda crisis, los últimos en darse cuenta son los políticos de los poderes del Estado porque los primeros en sentirlo son los pobres, las amas de casa, los desempleados. El agro nacional está en cifras negativas y los damnificados suman millones. Los campesinos no tienen una capa inferior a la cual trasladar las pérdidas de rentabilidad y entonces las familias comen menos, no van al médico, los niños se desnutren y no van a la escuela porque no hay para útiles escolares, etc. En cambio la burocracia tiene sueldo fijo aunque no trabaje y un sueldo adicional por navidad.
Rasputín se ha ido pero la tecnocracia del MEF no. El nido de androides gestados por el islamismo fondomonetarista (FMI) sigue posesionado del manejo económico del país y mientras no se le erradique, el enfoque económico seguirá igual aunque varíe el estilo. Los intentos de meterle la mano al bolsillo de los emprendedores informales continuarán. Cuando falta la plata se recurre a exprimir al pueblo con mayor presión tributaria.
2. La fisiología también nos indica que, cuanto más alta es la bonanza, más abismal es el riesgo de precipitarse hacia la crisis.
Bonanza y corrupción andan juntas pero bonanza y crisis van una detrás de la otra. Solo el buen manejo de la bonanza puede evitar caer al precipicio de la crisis. Bonanza y crisis son como las dos caras de la moneda. Es la unidad de los contrarios.
El Perú tiene una larga historia de crisis tras cortos periodos de bonanza y siempre nos pasa lo mismo. Nos pasó con la época dorada del guano de islas, con el salitre, el caucho, el auge del algodón y del azúcar. Las bonazas solo sirvieron para inflar la caja fiscal volátil pero no para generar bonanza estructural. El historiador Basadre hablando de la bonanza del guano dice:
[…] La súbita aparición en 1842 de la riqueza del guano y el prodigioso desarrollo de su exportación, que la convirtió, desde 1850 más o menos, en la fuente básica y dominante de los ingresos del presupuesto, creó en el Perú una situación anómala y única. La prosperidad no se derivó de la inmigración foránea, ni del aumento en la agricultura o la industria, ni de la productividad en conjunto, sino de una pingue renta fiscal cuyo valor perecedero fue olvidado para emplearlo en el derroche más atolondrado, sin tomar en cuenta la situación crítica que vendría en el futuro” (Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú republicano- pág. 75/76)
En esta historia nacional de subidas y bajadas alternadas, de prosperidad seguida de angustias económicas, el denominador común ha sido el mal manejo de las bonanzas. Se privilegió el gasto en desmedro de las inversiones productivas, los capitales extranjeros antes que los nacionales, los gastos militares y policiales en desmedro de la seguridad alimentaria. Los gastos burocráticos antes que la ciencia y la tecnología.
3. Pero las crisis económicas no vienen solas.
La gran depresión mundial de 1929 se trajo abajo al todopoderoso gobierno de Leguía y trajeron de regreso al militarismo reencarnado en Sánchez Cerro. Se interrumpieron los flujos financieros, bajaron las exportaciones, disminuyeron los ingresos públicos y se depreció la moneda.
Pero igual sucedió con los gobiernos de Irigoyen en Argentina, Siles en Bolivia, Ibañez en Chile, Ayora en Ecuador, ya que la recesión era mundial. En la crisis presente hemos visto rodar cabezas en España, Grecia y otros países. Es probable que esta crisis global ocasione un reordenamiento en la correlación de fuerzas en el mundo.
En el Perú, la crisis de 1929 trajo cola. Avivó la llama de la revolución entre los jóvenes partidos populares de imitación bolchevique que habían sido creados previamente y brotó la insurgencia armada de 1932 en el norte del país. Luego vinieron las persecuciones, destierros, carcelerías y toda clase de represiones.
Es que la economía determina diversas reacciones en cadena siguiendo el principio fisiológico de causa y efecto. En esta perspectiva, es de esperarse la agudización de los problemas sociales y de los conflictos políticos en lo que resta de este gobierno. Esto tiene que ver con el accionar estratégico popular de seguir el ritmo de las interacciones económico sociales. ¿Cuán preparados estamos para afrontar lo que se viene?
4. La comidilla política o el chisme de coyuntura a veces nos absorbe tanto que perdemos la perspectiva.
Vivimos para el día sin pensar en el futuro ni en el pasado o caminamos al borde de la playa sin percatarnos de las olas y solo reaccionamos después de sucedido los hechos. ¿Por qué no me di cuenta de lo que se venía?
Obviamente, por falta de panorama. Enterramos la cabeza en los hechos cotidianos pero no vemos más allá. ¿Qué está pasando en el mundo? ¿Qué pasará en los próximos años ahora que EE. UU. está perdiendo hegemonía y están surgiendo otros bloques divergente de países emergentes ? ¿Nadie puede darse cuenta que todo es chino en los suministros de computadoras? ¿Que los chinos también están llevándose nuestras riquezas minerales y biológicas?
¿Por qué EE. UU. le teme al estado islámico? ¿Por qué los presidentes de Rusia y de China salen a visitar América Latina? ¿Qué pasaría si los flujos económicos cambian de dirección?
Les dejo estas interrogantes para la reflexión.
Milciades Ruiz' gest.rurales@gmail.com

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