Por Diario UNO el septiembre 1, 2014
AFP UN SISTEMA PERVERSO. Luego del autogolpe de Alberto Fujimori en
1992, el soporte de Carlos Boloña fue fundamental para el sistema de las AFP en
el Perú, que fue un calco abusivo del instaurado en Chile.
El exministro de Trabajo en
aquel entonces, el economista Jorge Gonzáles Izquierdo, también se metió en la
colada.
Comandó sin éxito la AFP El
Roble. Asimismo, los periodistas Humberto Martínez Morosini y Raúl Vargas de
RPP, salieron a vendernos en diversos avisos y medios de comunicación el
mecanismo como una panacea. Lo máximo maximorum. Un montón de incautos fueron
entonces afiliados por un ejército de vendedores. Y claro, en un lapso
relativamente pequeño, llegaron a registrar 5 millones de trabajadores
dependientes. Todo un boom. Presionaron para liquidar a la ONP, pero por angas
o por mangas, no pudieron.
Durante los más de veinte años
que viene durando el sistema, nos atosigaron con las visitas regulares de otro
exministro de Trabajo: el chileno José Piñera Echenique, padre de la criatura;
quien se despachaba a su gusto sobre las maravillas del sistema, no señalando
las diferencias de formalidad laboral y bancarización entre los dos países.
Existíamos unos pocos que
mostrábamos su perversidad. Y señalábamos que más favorecía al mercado de capitales
que a los trabajadores. De nada servía que advirtiéramos que el cobro de más
del 30% adelantado por comisiones y seguro era una barbaridad. El sistema
siguió viento en popa.
Quedaron entonces cuatro AFP
que se repartían utilidades y pagaban jugosas remuneraciones a sus directivos.
Luego, con este gobierno se promocionó el tema de la reducción de comisiones.
Una primera licitación fue calcada del sistema chileno y pretendía que entrara
competencia al mismo, ofertando comisiones más bajas y asegurándole dos años de
“exclusividad” para los nuevos afiliados. La ganó Habitat, una AFP chilena. A
su vez, una promocionada comisión por saldos en lugar de la vigente que se
cobra por adelantado, perdió por goleada. No fue entendida. Los de las AFP le
hicieron la contra campaña con Luis Valdivieso, jubilado del FMI, exembajador y
exministro de Alan García, despachándose a su gusto y, por supuesto, con la
aquiescencia de varios medios de comunicación.
Como el lobby empresarial
quería más billete y millones de afiliados ya no aportaban, se introdujo hace
un año a todos los independientes menores de 40 años compulsivamente al
sistema. Al desatarse las obvias protestas, se postergó el inicio, señalando
que el aporte al ahorro forzoso empezaría con 2.5% para llegar en 4 años al
10%. Pero las protestas siguieron a flor del día hasta que el Congreso se vio
obligado a derogar el aporte confiscatorio. El caso es que los defensores del
sistema señalan que el independiente promedio tiene que ahorrar para su vejez y
no ser una carga para el Estado. Lo insólito es que los chilenos acaban de
postergar la obligatoriedad para sus trabajadores independientes por sexta vez
y el gobierno de la presidenta Bachelet está propiciando financiar con los
saldos de los afiliados, que ya no aportan, una nueva AFP estatal con el
objetivo de regular las enormes comisiones que cobran en el sistema, amén de
que al haberse alargado la esperanza de vida, ya se está reconociendo que las
pensiones son muy bajas y que por ello habría que aumentar el aporte, aunque a
cargo del empleador, e incluso llevar la edad de jubilación a 70 años.
En el ínterin, por comarcas
peruanas, han ocurrido al menos dos cosas saltantes, o mejor dicho, los
sufridos aportantes han notado dos situaciones peliagudas.
PRIMERO, la gente ha tomado
nota de que las pensiones son muy malas, pues los años de aporte y el monto en
función de los ingresos son las variables que hacen importante a la pensión y
no la supuesta “maravillosa rentabilidad” que ha engañado hasta a PPK, quien de
hecho y tal vez por flojera, no ha pedido a sus asesores que le hagan cálculos.
Y SEGUNDO y más grave que lo
anterior, es la no disponibilidad de todo el dinero acumulado cuando se cumplen
los 65 años. En un reciente programa televisivo, preguntado un defensor
acérrimo de las AFP por un conductor atarantador si uno podía tomar parte del
dinero para tratar una enfermedad terminal de un pariente cercano, la respuesta
fue brutal. Dijo que de ninguna manera, pero que tal vez se podría utilizar el
dinero acumulado como garantía para un préstamo bancario. Qué bárbaro, ¿no? Ah,
y es menester señalar que el gobierno de Humala, que dice que le sobra la
plata, ya se ha metido al bolsillo, mediante la emisión de Bonos Soberanos,
parte del dinero del fondo de los trabajadores en un monto de casi un 20%, lo
que no es nada despreciable. Lo paradójico es que gran parte de ese dinero —y
en varias oportunidades— se ha utilizado para gastos corrientes.
EL AHORRO COMPULSIVO
Permítaseme, asimismo, señalar
algunas cosas que quedan en el aire cuando personajes del sindicato de las AFP
o de una consultora privada ligada a sus propios intereses sale en los medios
de comunicación a tratar de convencernos de que este sistema de ahorro
previsional compulsivo es “bueno para el país”:
1. En primer lugar, comparar
este con el sistema público de antaño no es lícito, pues callan en todos los
idiomas que las pensiones tanto del Seguro del Empleado como las del Fondo de
Jubilación Obrera eran de orden tripartito (trabajador, Estado y empresario); y
que lo que aportaba el trabajador no llegaba ni siquiera al 2% contra el 13%
que resulta ahora. En consecuencia, solo por lo mencionado los sistemas son
incomparables y, además, en aquellas épocas la inflación y las devaluaciones de
la moneda eran incontenibles.
2. Un segundo tema es que esos
defensores dicen que “no es bueno que los trabajadores no ahorren”. Al margen
de que muchos sí lo hacen, como lo ha señalado el Dr. Richard Webb al señalar la
cantidad de inmuebles y negocios que han aflorado en el país, uno se pregunta
el porqué de si estos buenos señores están tan preocupados, no protestan por el
hecho de que hayan proliferado más de 21 millones de tarjetas en el mercado
peruano, 8 millones de ellas de crédito. Y por propia boca de la SBS, las
transacciones mensuales hasta el año pasado eran de S/. 18,000 millones por
mes.
En consecuencia, el argumento
del ahorro forzoso se cae por sí mismo, amén de que no hay ningún estudio serio
que haya sistematizado cómo son las características de este sector de
trabajadores independientes de menos de 40 años, así como la clamorosa falta de
análisis e investigación del sector laboral informal, que no solo responde a
aquellos que jamás figuran en planillas por su propia idiosincrasia y por
pertenecer a la “ economía subterránea”, sino porque a cada momento los gurús
opinólogos que salen en los medios, dicen que muchos empresarios, para evitar
las cargas sociales, obligan a gran parte de sus trabajadores dependientes a
fungir de independientes.
Es lógico, además, colegir la
enorme hipocresía del Gobierno al haberle dado pase a esta ley compulsiva para
los independientes y a favor de las AFP y de quienes se financian con los
recursos de los trabajadores, cuando el verdadero problema es la “Informalidad”
que está ligada al no pago de impuestos y que muchos estiman en un número mayor
del 50% de trabajadores de la denominada Población Económicamente Activa (PEA).
Por lo tanto, el asimilar a
los independientes a las AFP (ahora derogado) solo tenía como motivo que estos
mercantilistas de las AFP, que se vienen llenando los bolsillos por dos décadas
sin riesgo alguno, ganen más dinero y que se amplíe el mercado de capitales
para que los allegados a los que manejan las AFP, y que cumplen los requisitos
de calificación y riesgos inventados o copiados por ellos mismos, sean un canal
cada vez mayor para conseguir dinero oportuno y barato.
El Congreso ha derogado los
artículos de la norma que obligaban a los trabajadores independientes a
financiar a la AFP Habitat.
CONCLUSIÓN
Tal vez para terminar valga la
pena agregar un ejemplo de lo que ya es el colmo de este sistema que funge de
protector y que señala la irresponsabilidad del trabajador independiente hacia
el ahorro y por ende al despilfarro. En la famosa Renta Vitalicia que es una de
las alternativas que se tiene cuando uno llega a la edad de jubilación, uno
“vende” su fondo acumulado a la Compañía de Seguros, normalmente ligada a la
AFP; y mediante una serie de cálculos, supuestamente recibe una pensión hasta
su fallecimiento. Preguntado el Presidente del Sindicato de las AFP en la TV
sobre “qué sucedía si por esos azares del destino, luego de que el trabajador
optara por esa modalidad, fallecía”, al defensor acérrimo de las AFP solo le
quedó afirmar que la Compañía de Seguros se quedaba con toda su plata, pues eso
es lo que la ley señala.
El Congreso ha derogado
finalmente el cobro compulsivo a los trabajadores independientes luego que la
Premier aseguró que el Ejecutivo no podía hacerlo porque la AFP Habitat hacía
juicio, cosa que no es cierto.
Hay que dejar de lado esa
tontería que el sistema privado SPP es mejor que la ONP. A la fecha y como
hemos redundado en este artículo, los únicos favorecidos son los accionistas de
las AFP, una elite de directivos y trabajadores, y los que se financian con el
sistema que no solo es el Gobierno, sino también una serie de empresas
allegadas a las mismas AFP.
La perversidad del sistema ‒y
pese a sus mejores condiciones del mercado laboral‒ ya se muestra en Chile,
¿qué esperamos nosotros para una discusión a fondo de sus “maleficios”?.
Dennis FalvyEconomista
http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.diariouno.pe
No hay comentarios:
Publicar un comentario