ALBERTO CRUZ
Por CEPRIDEl
Servilismo de la Unión Europea respecto al imperio pasa factura.
Las sanciones que ha impuesto Rusia
sobre importaciones agrícolas, carne y pescado van a dar el golpe de gracia a la
UE. Los primeros síntomas ya están aquí: Alemania y Francia se estancan, Italia
entra en recesión y la tan propagandizada “mejoría
económica” no es más que humo.
Las sanciones de Rusia sobre
el sector primario de la economía europea van a suponer unas pérdidas de entre
6.000 y 7.000 millones de euros y pone en riesgo unos 130.000 empleos
vinculados a las exportaciones de alimentos (1).
Hay que añadir los daños
potenciales para las empresas proveedoras de artículos y servicios auxiliares,
como el transporte. Pese a que desde los llamados medios de comunicación se
está lanzando la versión de que todo está controlado, de que la Política
Agrícola Común ha previsto situaciones de este tipo la realidad es que el
presupuesto de compensación de pérdidas es de 400 millones, lo que supone una
cantidad que no llega al 8% del total de pérdidas estimadas. Polonia, Lituania,
Finlandia, España, Francia y la República Checa ya han pedido que se aplique el
fondo de compensación. ¿A cuánto va a tocar cada país, a 70 millones? ¿Y si en
los próximos días hay más peticiones a 60, a 50 a…? Además, y como reconoce la
Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), EEUU, la UE, Canadá,
Australia y Noruega –los afectados por las sanciones rusas- tienen que
reorientar “rápidamente” su producción agrícola y ganadera.
Pero la pregunta es ¿hacia dónde? ¿Hacia China, un socio
estratégico de Rusia en estos momentos y un enemigo potencial en el futuro
–para EEUU lo es ya-? ¿Hacia América Latina, un continente productor de frutas verduras, así como de carne? ¿Hacia África? La
UE se encuentra con que no tiene escapatoria, no tiene mercados a los que
acudir lo que supone un golpe que puede ser irremediable para el sector
agrícola y ganadero.
La decisión de Rusia tiene un impacto directo claro, al tiempo que unas
implicaciones indirectas.
El directo: prohibición de fruta polaca, productos lácteos
finlandeses y bálticos, pescado noruego… El
indirecto: los agricultores franceses ya han dicho que no permitirán la
expansión hacia el oeste de la fruta polaca y comienzan los movimientos de protesta
en otros países, como en España. A largo plazo, las sanciones que ha impuesto
Rusia a los productos agrícolas con una duración de un año, de momento, pueden
cambiar la forma de toda la estructura de la producción y el consumo de la UE.
No es una afirmación aventurada porque ya, en el corto plazo, se está
produciendo una saturación del mercado por algo tan sencillo como que no hay dónde
almacenar la producción que iba destinada a Rusia. Aunque la UE ha anunciado
una ayuda de 125 millones de euros para la retirada y distribución gratuita de
algunas verduras y frutas perecederas hay que tener en cuenta que se está en
plena temporada en algunos productos y no hay planes de almacenamiento ni
margen para buscar nuevos mercados.
Los europeos, en una especie
de alucinación colectiva, se sumaron a las sanciones que EEUU impuso a Rusia
defendiendo, no se olvide, un golpe neofascista en Kiev y pensando que, como
suele ser habitual, no habría respuesta. Pensaban que Rusia iba a ver afectado su
Producto Interior Bruto y se frotaban las manos con ello. Pero no ha sido así.
El PIB también era el indicador que esperaba Rusia y cuando vio que continuaba
creciendo, a un ritmo no muy impresionante pero subiendo (el primer trimestre
de este año creció el 0’9%, el segundo trimestre el 0’8%), asestó el golpe.
Un golpe de gracia a la Unión Europea.
Aunque las sanciones de Rusia
apenas llevan un mes implementadas ya se puede decir que son el factor
determinante para que la UE esté a punto de entrar en una nueva recesión puesto
que se producen en un momento en que la economía de la UE está en una profunda
crisis y asentada en el estancamiento. El Ministerio de Finanzas de Alemania
acaba de publicar su informe mensual (2) en el que reconoce que “la disminución
del PIB es probable que tenga que ver con el efecto de las sanciones y los
efectos negativos sobre la confianza debido a la crisis de Ucrania”. Y añade
que “si la crisis de Ucrania no se agrava más y no se imponen más sanciones más
graves es de esperar que la actual desaceleración económica sea sólo temporal”.
¿A qué se está refiriendo? Pues al suministro de gas y petróleo que le llega de
Rusia. La producción industrial de Alemania ha caído el 0’2% y una recesión en
este país arrastraría no sólo al sur de Europa (España, Portugal y Grecia
especialmente) sino también a su más cercana influencia: República Checa,
Hungría y Polonia.
Luego he aquí una de las
razones por las que la UE se ha tentado la ropa con las críticas a la decisión
rusa de enviar un convoy humanitario a Luganks. No se ha pasado de la crítica verbal
porque la UE no puede ir más allá. Hacerlo equivaldría al haraquiri como ente
político y económico. Y está muy cerca de ello.
El informe también añade que
“otras tensiones geopolíticas”, que no especifica aunque es de suponer que se
refiera a la confrontación de EEUU y China y a Oriente Próximo y Medio, y “el
débil desarrollo económico en la zona euro han contribuido a la contracción de
la zona euro”. Más claro, agua.
A la recesión de Alemania, o
“ralentización” como han dicho los alemanes, hay que sumarle que Francia ha visto
cómo se reduce su producción industrial y lo mismo ha ocurrido en toda la UE
(el 0’3% en la zona euro y el 0’1% en el conjunto de la UE). Es evidente que el
golpe asestado por Rusia ha desmontado el discurso de la recuperación y la
situación económica de la UE ha demostrado ser demasiado frágil para resistir
impactos externos y tensiones geopolíticas.
Además, están comenzando a
conocerse encuestas donde se refleja el sentir popular y en Alemania, por
ejemplo, el 46% de la población se opone a las políticas de Bruselas y Bonn con
respecto a Ucrania y Rusia porque están viendo las orejas al lobo. Los
sindicatos consideran que se pueden perder 21.000 puestos de trabajo y eso
erosionaría de forma considerable al gobierno de coalición que mantienen los
cristianodemócratas y socialdemócratas puesto que éstos se verían muy
presionados por los sindicatos, que fueron su gran apoyo en las pasadas
elecciones (3). Pero no es sólo esta cifra la que asusta. Economistas críticos
elevan esa cifra de posible pérdida de trabajo a los 400.000 porque este es el
número de personas que trabajan en empresas ligadas con el comercio con Rusia,
no sólo agrícola y ganadero.
Esta es una de las razones por
las que Alemania, junto a Francia, está intentando casi con desesperación algún
tipo de acuerdo entre Rusia y Ucrania que permita salvar la cara a la UE por su
apoyo al régimen neofascista de Kiev. Francia ve cómo también desciende su
producción industrial, aumenta el paro, el PIB está en números muy cercanos a
la recesión y se ve envuelta en una costosa maquinaria colonial-militar en
África, además de haber sido sancionado uno de sus principales bancos y sufrir
una constante amenaza su industria militar por los acuerdos con Rusia. Sobre
esto volveré más adelante.
No son los únicos países en pasar
apuros. Siguiendo sólo con el baremo laboral, Polonia va a perder 23.000
empleos, Francia, España e Italia 10.000 y así hasta los 130.000 que estimaba
la consultora danesa. Sin embargo, la única reacción hasta el momento ha sido
la de Finlandia, que ya ha dicho que no se va a sumar a la postura de sanciones
de la UE y que se desvincula de la decisión comunitaria porque “la cooperación
con Rusia es, sin exagerar, una cuestión de supervivencia económica”. Quien
dice esto no es un cualquiera, sino el propio primer ministro. No en vano,
Rusia supone el 10% del comercio exterior de Finlandia y el 25% del total de
las exportaciones de alimentos va para Rusia. Si Finlandia se sumase a la
postura de la UE sería, literalmente, un suicidio. La oportunidad de América
Latina
Rusia propuso un programa de
desarrollo mutuo, un área de desarrollo general con un régimen comercial
preferencial desde Lisboa a Vladivostok. Esta propuesta fue despreciada por la
UE y, en cambio, apostó por la Asociación Trasatlántica de Libre Comercio. Por
lo tanto, es mucho pedir que los plutócratas de Bruselas hagan alguna
autocrítica respecto a su seguidismo y vasallaje con EEUU, pero lo primero que tendrían
que replantearse es la propuesta estadounidense de crear la ATLC. Si estuviese ya
en vigor, la UE habría quedado atrapada como un insecto en una tela de araña y
si no cambia de táctica política y el enfrentamiento con Rusia va a más pronto
pueden llegar las complicaciones políticas a nivel interno y externo. Una de
ellas, el fortalecimiento del euro escepticismo y los sentimientos
antiestadounidenses. Otra, el debilitamiento del euro en paralelo al declive
del dólar. Sobre ésta última volveré más adelante.
Las revueltas de agricultores,
aún pequeñas y más bien simbólicas, están siendo aprovechadas por los plutócratas
de Bruselas para amenazar a otros países con su habitual política amenazadora.
La UE ya está recurriendo a sus habituales tácticas de presión política con los
países que considera más débiles. Es el caso de América Latina. Ya ha habido
amenazas nada veladas sobre que América Latina no debe aumentar sus suministros
de alimentos a Rusia para cubrir el déficit que se genera con las sanciones a
los alimentos europeos, estadounidenses, canadienses y australianos.
La neolengua de la burocracia
de la UE dice que está “negociando” con los países latinoamericanos para
“federar” al mayor número posible de ellos a fin de presionar a Rusia.
Estos chicos no tienen remedio.
Olvidan que 19 países, de los
42 que componen América Latina y el Caribe, o votaron con Rusia o se
abstuvieron cuando en la Asamblea General de la ONU se votó sobre la anexión de
Crimea. Y son estos países, precisamente, los que más interés tienen en suplir a
los productos occidentales en Rusia. El argumento de Bruselas es curioso: dice
que no es oportuno tratar con un socio “poco confiable” como Moscú y que “sería
un error” que los países latinoamericanos “sacrificaran una relación económica
ya extensa por beneficios a corto plazo”.
Hay que hacerse una pregunta: ¿hay algún atisbo de inteligencia en la UE?
El comportamiento es claramente colonial. Hay gente que no cambia y la única
forma de que lo hagan es a estacazos. América Latina perdería el tren de la
historia si no aprovechase la oportunidad, máxime teniendo en cuenta que no
hace mucho tiempo, sólo un par de meses, tanto Putin como el presidente chino
Xi Jinping realizaron una gira por el continente y en ella ambos, pero sobre
todo Putin, hablaron de la cuestión comercial.
Fue el caso de Brasil, sin ir
más lejos. Ahora los brasileños ven el cielo abierto con las sanciones a la UE
y EEUU y hasta los empresarios hablan de “revolución” con las posibilidades que
ha abierto la decisión rusa. Lo mismo pasa con Argentina, inmersa en una
batalla a vida o muerte contra los fondos buitres y amenazada por EEUU. La
presidenta Cristina Fernández es muy consciente y ha dicho que el gobierno va a
generar las condiciones para que el sector privado, con el impulso del Estado,
pueda incrementar las exportaciones y satisfacer la demanda del mercado ruso.
Argentina se ha desviado de forma espectacular del campo político
europeo-estadounidense desde el colapso económico de hace más de una década y
se ha acercado tanto al ALBA como a los BRICS. Seguro que la batalla que está
dando ahora contra los “fondos buitres” tiene mucho que ver con todo ello.
Las relaciones de Rusia con
Brasil y Argentina conducen inevitablemente a unas relaciones positivas con
Uruguay, el vecino menor de ambos países y socio del MERCOSUR. También este
país ha dicho que está dispuesto a aumentar sus exportaciones a Rusia.
Lo mismo ocurre con Ecuador,
donde el presidente Rafael Correa ya ha dicho que no va a pedir ningún permiso
a la UE para comerciar con Rusia y aprovechar esta posibilidad de abrir nuevos
mercados para los productos ecuatorianos, fruta y flores sobre todo. Ecuador
tiene mucho que ganar, máxime teniendo en cuenta que Rusia tiene la intención
de invertir 1.500 millones de dólares en el sector de la energía.
El comercio entre Brasil y
Rusia en 2013 supuso más de 3.000 millones de dólares, de los que 563 fueron en
exportación de carne bovina. Ahora se puede casi duplicar. Muy similar fue el
comercio entre Argentina y Rusia, 2.677 millones de dólares. Así se podría ir
país por país y comprobar que las posibilidades de Chile, Perú, México,
Colombia… son inmensas.
Los casos de Perú y Chile son curiosos.
Miembros de la Asociación
TransPacífico, un bloque neoliberal afín a EEUU y del que también forman parte
Colombia, Costa Rica y México, quieren entrar en el mercado ruso desafiando
tanto a sus patronos estadounidenses como a la UE. No es el momento para
ahondar en este asunto, pero la relación que ambos países mantienen con China –los
dos tienen firmados con los chinos acuerdos de libre comercio- tienen mucho que
ver con su pretensión de aprovechar las sanciones que ha impuesto Rusia para
comerciar con este país. A buen seguro China ha presionado para ello.
En el momento de escribir este
pequeño análisis, Rusia ya ha autorizado a empresas brasileñas y chilenas la
exportación de carne y pescado y mariscos a su territorio.
Todo esto es lo que quiere
evitar la UE haciendo gala de su comportamiento colonial. Pero ya es tarde.
Rusia y China tienen importantes acuerdos bilaterales con Venezuela, Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil; los BRICS ya tienen reuniones con la UNASUR
y la CELAC… Los nuevos bloques regionales se están constituyendo en nuevos
bloques de poder y ya nada será igual.
No obstante, la valiente
postura de América Latina no está exenta de riesgos ya que quien aparezca a
ojos de EEUU como “socio de Rusia” estará marcado y será vulnerable a cualquier
desestabilización patrocinada por Washington. El caso de Venezuela es un buen
ejemplo, porque el papel de este país, sobre todo durante la presidencia de
Hugo Chávez, en la reinserción de Rusia en el continente latinoamericano fue
esencial. A la hora de hablar de la desestabilización de Venezuela, próvida y
alentada por EEUU, hay que tener en cuenta este factor geopolítico. La vuelta
al patrón oro Junto a este importantísimo cambio en las relaciones económicas hay
otra consecuencia letal para la UE y, a largo plazo, para EEUU como
consecuencia de las sanciones impuestas por Rusia: muchos países está
“reconsiderando” la prepotencia del dólar en las relaciones económicas y Rusia
está dando pasos para que, al menos, haya otras monedas. Y esto preocupa, y
mucho, a EEUU. Joseph Quinlan, director estratégico del Banco de América, ha
dicho que “este molesto giro de las relaciones entre Rusia y Occidente por
culpa de las sanciones puede ser el catalizador del comienzo de un mundo
multidivisa” (4). Aunque el efecto de las sanciones no pudiese apreciarse
pronto, y ya se ha visto que sí con el ejemplo alemán, no es aventurado decir
que es el paso más importante que se ha dado hacia la desaparición del dólar como
moneda de reserva del mundo. La UE más temprano que tarde se dará cuenta que no
puede seguir subvencionando las enormes deudas del gobierno de EEUU sólo para
recibir palos y más palos, como las sanciones contra los bancos franceses, por
ejemplo. Porque otra de las medidas que Rusia está poniendo en marcha es
diversificar su intercambio comercial fuera del euro y del dólar.
Una de las formas en que lo
está haciendo es admitiendo la compra y venta de productos en las monedas de los
países con que comercia. Es el caso de China, donde cada vez en mayor medida
las transacciones son en rublos y yuanes. Lo mismo ocurre con los otros países
BRICS. Otra, la compra de oro. Resulta que tres de los países BRICS (China,
Rusia y Sudáfrica) producen casi el 40% del oro del mundo, así que quienes han
dudado de que la puesta en marcha del Banco de Desarrollo de los BRICS sirva
para algo deberían reconsideran su postura. No hay que mirar sólo a lo
inmediato, sino a largo plazo.
Además, resulta que Rusia
tiene las quintas reservas más grandes de divisas del mundo y es el sexto país
del mundo en reserva de oro. En el primer semestre de 2014, el Banco Central de
Rusia decidió reducir sus reservas de moneda extranjera el 2’5% y anunció que
esa tendencia seguiría en el futuro. Junto a este anuncio, otro: el aumento de
las reservas de oro en 54 toneladas en sólo cinco años.
Comparemos estos movimientos
con los de la UE, que está viéndose obligada a vender sus reservas de oro como
consecuencia de la crisis: Alemania ha vendido 2’9 toneladas, Italia, Francia y
España han hecho lo mismo.
No son muchos los que en
Alemania y Francia se dan cuenta de hacia dónde les lleva la dependencia y vasallaje
de EEUU, aunque alguno de los últimos movimientos de Ángela Merkel con Ucrania parecen
dar a entender que hay un cierto hartazgo con Washington, lo que no significa
ni mucho menos ni ruptura ni siquiera autonomía.
Francoise Hollande es un
payaso, pero no tanto como para ignorar lo que está en juego con la presión
estadounidense contra el BNP Paribas –multado con 9.000 millones de dólares supuestamente
por comerciar con Cuba e Irán- e intentando que no venda a Rusia dos
portaaviones de la clase “Mistral”. Aunque la capitulación francesa fue total
aceptando, por boca del gobierno, “la responsabilidad” del banco en la
violación de las leyes estadounidenses, que no europeas, el malestar en amplios
sectores de Francia es tal que no escasean las voces “para una recuperación de
la patria”. Sea lo que sea esta frase y signifique lo que signifique aunque el
caso del BNP Paribas ha servido para que ahora el gobierno diga que va a cumplir
el contrato con Rusia pese a las presiones que está recibiendo de EEUU y la
OTAN para que no lo haga.
El sentimiento europeo de hartazgo
respecto a la sumisión a EEUU crece con una actitud que les lleva a actuar como
policías de EEUU gratis mientras que tienen que pagar miles de millones de
dólares en multas cada vez que intentan hacer algún negocio que no le gusta a
EEUU. Eso se va a traducir en una paulatina distancia respecto al dólar como
moneda financiera. El euro ya está en el alambre, un enfrentamiento mayor con
Rusia precipitará su caída junto al dólar. Aún minoritarias, pero
significativas, son las voces que están comenzando a sonar sobre el papel del dólar
en la economía europea, en recuperar la soberanía nacional y en la necesidad de
oponerse a unas leyes del mercado que sólo tienen como límites los que EEUU
marca como propios.
Notas:
(1) Informe de la consultora
danesa ING Groep, citado por RBC Daily el 22 de agosto de 2014.
(2) Reuters, 22 de agosto de
2014.
(3) Alberto Cruz, “Alemania y
Portugal: ¿dos ejemplos para la izquierda?
(4) http://www.hardassetsalliance.com/
Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las
brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra
Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se
pueden hacer a libros. lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org También se
le puede encontrar en librerías. albercruz@eresmas.com
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