¿METER EN EL MISMO SACO? |
Por: Alberto Moreno Rojas
Aún resuenan las palabras
lanzadas por el presidente Humala apenas desembarcado de su periplo asiático:
“Conga va”. La determinación estaba tomada y había que cumplirla desdeñando la
opinión de los cajamarquinos en una cuestión vital para un amplio sector de la
población, sobre todo campesina, como es el tema ambiental.
Pero la política no se rige
por reglas militares ni se ajusta a la obediencia “sin duda ni murmuraciones”,
propio de los cuarteles. Esto lo entendió pronto el Júpiter Tonante de las
mineras. Cajamarca dijo ¡No! en defensa del agua y se paró firme. Con él el
presidente del gobierno regional, Gregorio Santos. Actitud que agrió el
entusiasmo de la minera Yanacocha y puso en entredicho la amenaza presidencial.
Los resultados son de sobra
conocidos.
El equilibrio en que terminó la primera compulsa de fuerzas no sería
permanente, ni las aguas estarían tranquilas siempre. El poderoso señor Don
Dinero, dueño de tentáculos poderosos dentro y fuera de las fronteras
nacionales, cambió de táctica pero no de objetivo, acompañado en todo momento
por las esferas de poder. Desde entonces, jugando en pared, han maniobrado para
cambiar las condiciones a su favor con el objetivo de sacar del camino al
presidente de la Región Cajamarca, según ellos el obstáculo mayor para que
Conga entre en operación.
El problema es político.
Los intereses en juego suman
miles de millones de dólares. Gregorio Santos la víctima propiciatoria a
sacrificar en el altar de los negocios cuya única bandera es la ganancia. Por
eso necesitan desacreditarlo, pulverizarlo políticamente, eliminarlo a la mala
de la carrera electoral, condenarlo por anticipado como ineficaz y corrupto,
someterlo finalmente por el miedo o la cárcel. Este es el plan en marcha, en
carrera contra el tiempo, pues los plazos electorales corren y hay que impedir
que se inscriba.
En este juego sucio la
Fiscalía, lamentablemente, actúa muchas veces de comparsa. La sucesión de
crímenes y latrocinios protegidos en Ancash es un ejemplo clarísimo al
respecto. La reciente visita del Fiscal de la Nación Carlos Ramos a Cajamarca,
donde se reunió con el equipo promotor de Conga, hace evidente su parcialidad y
sus intenciones.
En este escenario ¡Conga va! marcha de la mano con el grito
de batalla de las mineras y el gobierno central: ¡Goyo no va! Pero como por el momento no es posible mandarlo a la
cárcel por la fuerza, ni defenestrarlo del gobierno por mandato del Jurado
Electoral, el método aparenta ser más sutil y creíble. Aguarda la orden de detención bajo sospecha mientras se fabrican las
“pruebas” y se crea el ambiente psicológico adecuado. Allí está la
“colaboración eficaz” para doblegar voluntades y lograr declaraciones forzadas
que legitimen el plan en curso.
Para alcanzar tal objetivo
vienen removiendo cielo y tierra. Tomaron las oficinas del gobierno regional
para investigar hasta el último recibo. Trasladaron a Chiclayo las competencias
judiciales. Examinaron con lupa los indicios más remotos para encontrar pruebas
de “corrupción”. Se recortó el presupuesto regional a la mitad. Se revivieron
juicios pasados como en el caso de las rondas campesinas en San Ignacio, para
hallar culpables que pararan con sus huesos en la cárcel. Eso y mucho más.
Luego de dos años de pesquisas aguardan el milagro de la “declaración eficaz” o
del chantaje para defenestrar o colocar entre rejas al presidente de la región
Cajamarca.
No estamos ante una batalla
franca y consecuente contra la corrupción. Si fuese cierto debía comenzarse la
limpieza por el gobierno central. El
caso Álvarez, siendo un hecho hace mucho conocido, y sancionable desde
luego por todas sus implicancias criminales y corruptas, opera más como un
pretexto para extender la persecución en los eslabones más débiles de la
cadena, y, de paso, en medio de la inmundicia meter en el mismo saco una
cuestión eminentemente política como es el caso de Cajamarca.
Estamos seguros que el pueblo
de Sabogal y Mario Florián sabrá responder con valentía y consecuencia. La
tradición democrática y de justicia practicada por las rondas, la dignidad de
la que se nutren, la indignación frente a la prepotencia, se escuchará una vez
más. Y con él la de los pueblos del Perú.
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